Hacia una Salud Digital. Big Data y GDPR, la gran oportunidad
El usuario debe conocer el uso que se hace de sus datos personales
Allí tuve la suerte de trabajar en un proyecto interesante, el Servicio de Listas Robinson. Para el que no lo conozca, es una plataforma donde tú te apuntas si no quieres recibir información de marketing directo o llamadas de telemarketing.
En aquella época, estoy hablando de mediados de los 90, el concepto de privacidad era muy distinto al que tenemos hoy. Las personas eran muy sensibles con su “información personal”, su teléfono móvil era un dato íntimo, y lo de compartir fotos de nosotros mismos era algo sencillamente de ciencia ficción. Han pasado los años, y la mayoría de las personas subimos fotos personales a Linkedin (cuando no a Facebook) de forma completamente natural. ¡Y sólo han pasado 20 años!
Una explosión de Datos con el Internet de las Cosas, particularmente en Salud
Curiosamente, cuando hoy en día hablamos de “información personal”, la información de contacto (nombre, dirección, teléfono) se queda muy pero muy corta. En un mundo en el que somos seres conectados “always on”, la información personal abarca el ámbito de todo lo que nuestro teléfono móvil es capaz de registrar: nuestra ubicación, lo que hacemos, con quien compartimos, y hasta nuestro estado de ánimo. Y en muy poco tiempo, gracias a la imparable adopción del Internet de las Cosas, este volumen de datos conectados se disparará, para poder ofrecer servicios útiles y de mucha confianza. Confianza como que cuando lleguemos a casa después de una jornada de duro trabajo, la temperatura sea la correcta porque la calefacción se ha encendido en el momento oportuno, ni antes ni después, dependiendo de la hora a la que salimos en coche del trabajo, y por supuesto teniendo en cuenta el tiempo que realmente vamos a tardar en llegar, utilizando la información del tráfico en tiempo real. O como la confianza de que ese paquete importante que esperamos de Amazon nos llegue justo 30 minutos después de estar de vuelta de nuestra carrerita mañanera, para que no nos pillen en la ducha cuando llamen al timbre. Y todo esto sin que nosotros configuremos ni programemos nada de forma consciente, pues mi casa, mi coche y yo mismo estaremos conectados, y esas decisiones “logísticas” las tomarán por nosotros nuestros sistemas de inteligencia artificial.
Y evidentemente el mundo de la salud no es ajeno a todo esto. Recibiremos la llamada de la enfermera para recordarnos que aún no nos hemos tomado la pastilla, pues la analítica de nuestra orina (que se realiza en tiempo real cada vez que voy al baño) así lo indica, y nuestra tensión arterial (medida a través de wearables o insideables) ya lo está notando. Y además es especialmente importante que nos tomemos la pastilla, por los antecedentes y nuestra genética, recogido todo ello en nuestra historia clínica digital. Y todo esto, repito, sin que nosotros configuremos ni programemos nada de forma consciente. ¡Comodidad al poder!
Transparencia y Control, en manos del usuario
Servicios útiles, confianza y comodidad, sí. Sí, pero… esto significa que mi vida deja rastro digital. Que en algún sitio una máquina sabe cuánto tiempo tardo en ducharme, cuál es la temperatura del agua que me gusta, si hoy estoy haciendo el circuito de running de 5 kms o el de 10 kms, o la frecuencia, cantidad y calidad de mi orina. Y esto es un gran reto para la privacidad y la confidencialidad de mis datos, es un gran reto para mi intimidad.
Las grandes tecnológicas son muy conscientes de esto, pues la mayor parte de sus ingresos vienen de utilizar de forma inteligente los datos para poder activar campañas publicitarias cada vez más personalizadas. Y la forma que tienen de acometer este reto es manejando dos palancas muy potentes: Transparencia y Control. Transparencia significa que en todo momento el usuario pueda conocer de forma muy sencilla qué tipo de información está compartiendo con la compañía, y para qué está utilizando dicha compañía dicha información. Y Control significa que en todo momento y de forma muy sencilla el usuario pueda decidir revocar las autorizaciones oportunas y dejar de compartir algún tipo de información, o toda, con dicha compañía. Por poner un ejemplo, Google interpreta de forma magnífica estas palancas y es muy ilustrativo verlo en la sección “Mi cuenta” que está asociada a cualquiera de sus productos de usuario (Gmail, Drive, …), y donde esas palancas de Transparencia y Control están al alcance del usuario.
La gran oportunidad de la GDPR
Curiosamente, la explosión del uso del Big Data no ha llevado asociada una sensibilización de las personas hacia sus datos personales: con quién los compartimos, para qué, y qué se hace con ellos. Y todos nosotros hemos aceptado cláusulas de aceptación de uso de datos kilométricas, sin leer verdaderamente el contenido, sencillamente porque da mucha pereza y además no hay otra opción si quieres usar el servicio. Sólo el mal uso que algunas compañías han hecho de los mismos ha empezado a cambiar las cosas. Y en ese sentido es providencial la puesta en marcha en estos días de la famosa GDPR, la nueva regulación europea de protección de datos, que trata de ejecutar, de forma clara y sin ambages, las dos palancas que mencionábamos antes, Transparencia y Control. Desconocemos si la GDPR alcanzará sus objetivos, pero de momento sí ha conseguido dos cosas muy importantes.
La primera, que las empresas sean conscientes por fin de la cantidad de datos que almacenan, la mayor parte de ellos inútiles, pues no se utilizan para nada. Para muchas empresas está siendo un gran dolor de cabeza y hasta un drama, pues se enfrentan a la decisión de tener que tirar a la basura cantidades ingentes de datos de usuarios y clientes, que en muchos casos ha costado muchos años y muchos cientos de miles de euros construir. De hecho, muchas empresas están haciendo estos días análisis de racionalización de su estrategia de Datos, decidiendo qué información van a seguir pidiendo al usuario a partir de ahora y para qué.
Y la segunda cosa importante que ya ha conseguido la GDPR es que los usuarios tomen conciencia de la cantidad de empresas que tenían datos suyos, pues todas ellas están enviando estos días la información pertinente para poder seguir utilizando estos datos. Y estoy seguro de que ante la lectura de algún mensaje del tipo de “… y si no haces clic en este botón, lamentamos mucho que no podremos seguir enviándote nuestra información”, estoy seguro de que muchos experimentamos la íntima satisfacción de pensar “¡pues hasta nunca!”.
Sinceramente creo que esto puede ser un punto de inflexión para que, a partir de ahora, empresas y usuarios seamos mucho más conscientes de los que hacemos con nuestros datos y el poder que éstos tienen. Y que los utilicemos de forma racional, informada y efectiva en nuestro beneficio.
Y especialmente será beneficioso para aquellas empresas que entiendan que el uso del Big Data es crítico para sus procesos de negocio, que los Datos son la sangre que alimenta a la Experiencia de Cliente, al Diseño de Producto y a la Eficiencia en las Operaciones. ¡Es la gran oportunidad de la GDPR!
Sobre el autor:
Pedro Díaz Yuste es Director de Salud Digital en MAPFRE, y su responsabilidad es el lanzamiento de una nueva iniciativa de Salud Digital dentro de MAPFRE. Con anterioridad, Pedro fue durante 4 años Director de Negocio del sector Financiero en Google España, ayudando a las empresas españolas de banca y seguros a aprovechar las oportunidades de desarrollo de negocio digital que ofrece Google. Previamente, Pedro fue durante 4 años el Director de Internet en Sanitas, liderando el proyecto de transformación digital de la compañía. Pedro también desarrolló parte de su carrera en Páginas Amarillas, dónde fue responsable del lanzamiento de los servicios de información telefónica de la compañía, 11888 en España y 1288 en Italia, y más tarde fue Director de Marketing Online. Pedro es ingeniero superior de telecomunicaciones por la UPM y cursó un PDD en el IESE.