Deterioro progresivo de la capacidad visual y la conducción
Las enfermedades de la retina y del nervio óptico generalmente afectan a pacientes de 20 a 60 años. La degeneración macular senil, el glaucoma y las cataratas las padecen personas de más edad.
Retinopatía diabética
Se estima que la posibilidad de que una persona diabética llegue a perder la vista es de 20 a 40 veces superior al resto de la población por cataratas, glaucoma, retinopatía y neuroftalmopatía irreversible y bilateral.
Se debe sospechar una retinopatía diabética en todo paciente diabético, aunque tenga una buena agudeza visual, porque es causa del 70-120% de las cegueras.
Degeneración de la retina
Es frecuente en ancianos, sobre todo en el área macular, y a menudo bilateral, aunque el grado de afectación de cada ojo puede ser asimétrico. La repercusión visual es muy importante, por perjudicar la visión central.
Degeneración macular senil
Es una enfermedad que invalida y provoca cambios en el comportamiento ante las actividades básicas, influyendo mucho en las más complicadas como la conducción. La padece más del 10% de las personas mayores de 75 años.
Drusas
Son excrecencias amarillentas que no suelen dar síntomas pero se asocian a mayor riesgo de desarrollar neovascularización. Se diagnostican en la exploración rutinaria del fondo de ojo.
Alteraciones del riego vascular
Afectan al nervio óptico originando neuropatías isquémicas, que trastornan gravemente la visión.
Inflamaciones del polo posterior
Alteran la capacidad visual debido a sus múltiples recaídas, como ocurre en las enfermedades heredo-degenerativas de la retina, enfermedades de las vías ópticas como neuritis y papilitis, enfermedades desmielinizantes, neuropatías tóxicas por alcohol y tabaco y distrofias retinianas.
Glaucoma
Es una enfermedad que se caracteriza por elevación de la presión ocular, con pérdida de campo visual y aumento de la excavación de la papila del nervio óptico. Puede llegar a deteriorar completamente la capacidad visual.
El glaucoma más frecuente es el primario de ángulo abierto o glaucoma crónico simple. Afecta a 1/200 personas mayores de 40 años y su prevalencia aumenta con la edad. A menudo cursa sin síntomas hasta que provoca una reducción importante del campo visual. Suele ser bilateral, pero de progresión asimétrica.
Se ha estimado que el 2% de la población tiene una presión intraocular (PIO) superior a 24 mm de Hg y que se rebasa 21 mm de Hg en el 5%.
Sin embargo, sólo el 0,5% sufre reducción del campo visual, lo que no obliga al diagnóstico de glaucoma. Por esta razón una PIO superior a 21 mm de Hg o más sólo permite sospechar la enfermedad, sobre todo si hay una discrepancia de más de 5 mm de Hg entre ambos ojos.
Las personas con antecedentes familiares de enfermedad, así como los miopes, diabéticos y enfermos cardiovasculares, tienen un riesgo mayor de desarrollar glaucoma. Aunque su PIO sea normal, recomienda una revisión bianual en jóvenes y anual en mayores de 50 años.
La tensión del ojo puede verse alterada por algunos medicamentos como: anticolinérgicos, hexametonio, anfetaminas, reserpina, corticoides y antidepresivos tricíclicos. Debe hacerse una tonometría periódicamente.
Consejos
- Los efectos negativos producidos por cualquier proceso anteriormente comentado producen fatiga y suponen un grave peligro en la conducción.
- El estudio amplio y exhaustivo de todo conductor con disminución de su capacidad visual, aunque se encuentre sin síntomas, permite a los médicos alertar a los pacientes de enfermedades que pueden producir un importante incremento del riesgo en la conducción.
- El médico según su criterio y experiencia puede decidir informar al paciente de este riesgo para la conducción y comprometerle para que se cuide y siga el tratamiento con todos los medios necesarios, con el fin de evitar en lo posible el futuro deterioro.
- En la retinopatía diabética, la revisión oftalmológica debe ser semestral o anual dependiendo del desarrollo y el control de la enfermedad, y el informe de la evolución debe ser aportado por el paciente para la obtención del permiso y la prórroga de conducción.
- La presión intraocular por encima de 22 mm de Hg avisa de la presencia de factores de riesgo asociados y de la necesidad de extremar las revisiones por la pérdida de la capacidad visual que, igualmente, el especialista habría de comunicar por escrito al paciente para la obtención y prórroga del permiso de conducción.
- Los pacientes deben conocer el riesgo que algunos medicamentos tienen de alterar la presión ocular. Se recomienda realizar tonometrías periódicas y evitar la conducción mientras el paciente no tenga controlada la tensión en sus ojos.
- En muchas enfermedades, si no existe tratamiento y la enfermedad progresa, hay que tener en cuenta que la vigencia del permiso del paciente se acorta y que las revisiones tendrán que ser más frecuentes, por su seguridad y la de todos.
- Cualquier enfermedad progresiva que no permita mantener la capacidad visual en los límites marcados por la ley debe ser comunicada al propio paciente verbalmente y mediante informe escrito con sus limitaciones en la conducción. Se recomienda aportar dicho informe para la obtención del permiso y prórrogas.