Hepatopatía crónica, ascitis, incontinencia anal y conducción

Conoce más sobre la Hepatopatía Crónica, la ascitis y la incontinencia anal

Hepatopatía crónica y encefalopatía hepática

En algunas situaciones, se produce insuficiencia hepatocelular leve o moderada, como hígado graso en el embarazo, hepatitis vírica aguda, hígado de estasis, hepatitis medicamentosa, etc.

La función hepática se restablece en su totalidad al desparecer la causa. En otros casos, el deterioro de la función hepática se desarrolla de forma crónica y progresa hasta hacerse irreversible, como en la cirrosis.

La cirrosis hepática latente o bien compensada cursa sin síntomas o con manifestaciones inespecíficas de dispepsia, flatulencia, dolor en hipocondrio derecho, anorexia y debilidad muscular.

La cirrosis hepática descompensada se manifiesta en forma de complicaciones como ictericia, ascitis, encefalopatía hepática, hemorragia digestiva, etc.

La encefalopatía hepática se caracteriza por trastornos del sistema nervioso central, con disminución de la conciencia desde somnolencia y confusión hasta estupor y coma, inversión del ritmo del sueño, alteraciones intelectuales con bradipsiquia, incapacidad para mantener la atención, desorientación temporo espacial y alteraciones de la personalidad con euforia, depresión, agresividad y trastornos de la conducta. También son frecuentes las alteraciones neuromusculares, con asterixis, hipertonía, convulsiones, temblor, ataxia, amimia (pérdida de la utilización de los gestos), coroatetosis (movimientos involuntarios continuos), paraplejia espástica, etc.

Se acepta que la causa fundamental de la alteración es el aumento de la tasa de amoniaco en sangre, procedente de la digestión de las proteínas, insuficientemente depurado debido a la disfunción hepatocelular y a las conexiones portosistémicas en el caso de la cirrosis hepática.

El tratamiento se basa en la administración de disacáridos y antibióticos con objeto de modificar la flora intestinal, aunque su efecto real no ha sido establecido.

Consejos

  • El paciente con insuficiencia hepática leve o moderada, con síntomas únicamente de dispepsia, puede conducir.
  • Si la enfermedad de base es crónica y progresiva, en algún momento de la evolución el paciente comenzará con alteraciones neurológicas, pérdida de atención y somnolencia, que le incapacitarán para la conducción.
  • El paciente con hepatopatía avanzada es incapaz de realizar sus tareas habituales, incluidas la conducción.
  • El trasplante devuelve la vida y hace que gran número de estos pacientes puedan volver a conducir, cuando su médico lo considere adecuado e informe en este sentido.
  • Cuando existe ascitis, aunque la cantidad de líquido en la cavidad abdominal no produzca grandes síntomas, se desaconseja la conducción.
  • La ascitis de gran volumen impide físicamente conducir, por la distensión abdominal el dolor y sobre todo si produce disnea.

Ascitis

Se denomina ascitis al acúmulo patológico (más de 25 ml) de líquido ascítico (LA) en la cavidad peritoneal. Las causas más frecuentes son la cirrosis hepática (80%), patología tumoral (10%) e insuficiencia cardiaca (3%). Hasta en un 5% existe más de una causa de ascitis y son las denominadas ascitis mixtas.

Las pequeñas cantidades de ascitis son asintomáticas, pero a medida que aumenta el volumen de líquido, el paciente va adquiriendo sensación de distensión abdominal. Cuando la ascitis es a tensión, aparece disnea.

Si es posible, se realiza tratamiento de la causa de la ascitis. En la cirrosis hepática se recomienda reposo en cama, medidas dietéticas, diuréticos, paracentesis de evacuación, procedimientos quirúrgicos de derivación portosistémica y el trasplante hepático.

Incontinencia anal

La incontinencia fecal funcional (IF) se define como la imposibilidad de retrasar de forma voluntaria el paso de las heces por el ano en ausencia de patologías estructurales o neurológicas que la justifiquen.

Es una alteración muy frecuente: se estima que la presentan entre un 2,2 y un 15% de la población general, pero puede llegar a superar el 46% en pacientes institucionalizados. Más del 50% de los pacientes ocultan su existencia, por lo que el médico sólo puede detectarla mediante una anamnesis dirigida.

Es probablemente la patología funcional digestiva benigna que mayor deterioro produce en la calidad de vida.

Consejos

  • Los pacientes, a quienes la incontinencia anal les impide desarrollar una vida social y laboral normal, no pueden conducir.
  • Estos conductores incontinentes, para no perder la libertad de desplazamiento, conducen con pañal, tampón o compresa. Durante la conducción, a veces se encuentran más pendientes de su problema y no prestan atención al vehículo, la carretera y el entorno.
  • Es importante que se diagnostique, mediante un cuestionario de calidad de vida, la escala de incontinencia. De esta manera se podrá aconsejar con más seguridad las indicaciones, cuidados y advertir de los riesgos en la seguridad al volante.
  • El paciente que sufre de incontinencia leve teme las situaciones en las que no tiene cerca un servicio para defecar. Este miedo produce un nerviosismo que acelera el ritmo intestinal favoreciendo la deposición. Es un padecimiento con frecuencia oculto por lo íntimo que es, y que empeora con la conducción.
  • La ayuda del médico es clave indicando hábitos que disminuyan la incontinencia y aconsejando mecanismos para que el paciente pueda conducir lo más cómodamente posible y sin los riesgos de falta de seguridad de estos pacientes.
  • Se recomienda evitar el café, té, menta, bebidas de cola y energéticas, irritantes, grasas, picantes y, por supuesto, no fumar ni beber alcohol.
  • En casos seleccionados, se indicarán productos formadores de masa, astringentes como la loperamida y derivados opiáceos, enemas y obturadores anales.
  • La loperamida no afecta a la alerta mental, pero a veces puede producir somnolencia, cansancio y mareo, por lo que se desaconseja la conducción en estos casos, aunque desaparezca la diarrea.
  • La rehabilitación esfinteriana en pacientes motivados y con personal facultativo experimentado consigue un 60-80% de mejoría. Esto permite recuperar la capacidad de conducción de muchos pacientes.
  • La evolución favorable del paciente permitirá al experto informar sobre la posibilidad de volver a conducir, con la máxima seguridad para el conductor y para los demás.