Conductor de edad avanzada: demencia y seguridad vial
La demencia, y en particular la enfermedad de Alzheimer, se incrementa con el envejecimiento; de hecho, el 10% de la población mayor de 65 años sufre enfermedad de Alzheimer y esta cifra asciende al 32-47% en la población mayor de 85 años, siendo esta franja la de mayor riesgo al volante. Estos conductores sufren cinco veces más accidentes de tráfico que las personas de edad avanzada sanas.
Síntomas que interfieren con la conducción
El deterioro cognitivo progresivo se manifiesta inicialmente por una pérdida de la memoria lentamente evolutiva, que afecta principalmente a la memoria de fijación, y más tarde se extiende también a los recuerdos del pasado lejano.
Además, estos pacientes padecen trastornos de la conducta y neuropsicológicos, en los que el deterioro psíquico comienza por trastornos de lenguaje aislados como afasia progresiva, o sólo por alteraciones visuales y espaciales. Después, el trastorno se generaliza hasta el deterioro cognitivo integral.
La pérdida de memoria inicial puede persistir relativamente inaparente durante más de una década. El diagnóstico temprano suele resultar difícil y muchos de los casos de demencia pasan inadvertidos a los médicos.
La personalidad suele estar bien conservada al principio; sin embargo, la depresión es frecuente y alcanza a cerca del 20% de los enfermos.
Un discreto parkinsonismo, trastornos de la marcha y ciertas manifestaciones motoras pueden aparecer también en estos primeros momentos, lo cual indica las tremendas dificultades en la conducción de un automóvil.
En cualquier caso, la pérdida progresiva del control cognitivo del paciente, unida al deterioro psicomotor, impide realizar las habilidades de la conducción y permite, por lo tanto, una mayor vulnerabilidad frente a las incidencias en el tráfico.
El deterioro en la función visual del conductor con Alzheimer, con dificultad en la lectura, en el reconocimiento de las formas y los colores, en la orientación visual y espacial, y en la percepción del movimiento, explica la peligrosidad al volante, así como su propia inseguridad como peatón.
Problemática
La posibilidad de que personas de edad avanzada con demencia sigan conduciendo es un motivo de preocupación creciente. De hecho, la mitad de los pacientes con demencia han tenido como mínimo un accidente antes de dejar de conducir. La demencia leve en la persona de edad avanzada permite llevar una vida social y familiar aparentemente normal, pero puede interferir gravemente en la capacidad para conducir automóviles.
Consejos
- La evaluación de la capacidad de conducción de la persona de edad avanzada, basada en estudios neuropsicológicos y de simulación de la conducción, permitirá identificar a una minoría de personas de edad avanzada con demencia que no pueden conducir, incluso en el inicio de la misma.
- La familia y allegados de la persona de edad avanzada con demencia deben conocer su incapacidad para conducir, para ayudar a que no conduzca por su seguridad y la de los demás.