Drogas cero
Las drogas producen efectos en nuestro cerebro que deterioran las facultades y alteran la percepción necesaria para conducir de forma segura un vehículo, una situación peligrosa y prohibida. No hay que olvidar que no sólo es el conductor el que se está poniendo en peligro sino también al resto de ocupantes del vehículo y de la carretera.
Cada droga actúa de una manera diferente en el cerebro, pero todas afectan negativamente en las habilidades motoras, el equilibro, el juicio y la coordinación, fundamentales para realizar una conducción normal y segura.
En la memoria 2014 del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses sobre víctimas mortales en accidentes de tráfico consta que casi el 40% de los conductores fallecidos en ese año presentaron resultados positivos en sangre de drogas, alcohol y/o psicofármacos.
En este contexto, cabe pensar que es necesario conocer los efectos de estas sustancias en nuestra capacidad para conducir un coche, una moto o cualquier otro vehículo.
Objetivo Drogas Cero
Si hubiera tolerancia cero con las drogas y todos los conductores no superaran los límites legales de alcohol, se podrían salvar entre 900 y 1500 muertes al año, según afirma Tráfico. Por eso, merece la pena pensar en un Objetivo Cero en tolerar las drogas en la conducción de un vehículo.
Es verdad que los datos de consumo se han reducido en los últimos años, pero no se puede bajar la guardia, ya que continúa siendo un problema de gran magnitud.
Cómo afectan las drogas en la conducción
Como ya hemos advertido, las drogas siempre afectan negativamente en el conductor para realizar su labor de forma segura. La alteración del comportamiento en el individuo es evidente y produce un estado de dependencia física y psíquica con efectos diferentes según sean sustancias depresoras (calmando la actividad neuronal y reduciendo la actividad corporal), estimulantes (que aumentan la actividad neuronal y las funciones corporales) o alucinógenas (afectando a la percepción del individuo).
Las drogas depresoras (cannabis, heroína, morfina, metadona), los tranquilizantes y el éxtasis líquido disminuyen la capacidad de reacción. En otras palabras, su tiempo de reacción aumenta haciendo imposible o difícil que pueda actuar ante las incidencias del tráfico. La falta de concentración y de reflejos produce situaciones de riesgo indeseadas e incontrolables por el conductor.
El efecto contrario producen los estimulantes como las anfetaminas, la cocaína y el éxtasis, pero su incidencia en la conducción hace que demos con el mismo dramático resultado. Normalmente, tras su consumo, se obtiene una falsa sensación de control y una disminución de la fatiga y el sueño. El cuerpo empieza a tener síntomas de descoordinación, reflejos disminuidos y problemas visuales y de oído. Todo ello puede ser claramente un factor clave en la provocación de un accidente de tráfico.
En tercer lugar, los alucinógenos como los hongos, el LSD o la ketamina producen tales efectos en el cerebro que el individuo desarrolla alucinaciones, percepciones imaginarias o visiones inexistentes, lo cual no es compatible con conducir de forma segura en circulación abierta.
Por si fuera poco, el consumo de estas sustancias despierta sentimientos violentos y comportamientos de riesgo que ponen en peligro la seguridad de los usuarios de la vía.
Además, no basta con dejar de consumir. Después, el cuerpo humano desarrolla el llamado síndrome de abstinencia, provocando una serie de alteraciones fisiológicas y cambios en el comportamiento que pueden ser tan peligrosos como los propios efectos de las drogas.
Algunos conceptos claros sobre las drogas y la conducción
No hay discusión: Cualquier droga afecta al comportamiento y a la percepción del conductor, por lo que su consumo combinado con la conducción supone un riesgo importante. Si consumes, no conduzcas.
No utilices transportes con conductores que puedan haber consumido algún tipo de estas sustancias.
La realidad es muy diferente a la percepción y la sensación de control que se adquiere después de haber consumido drogas. Todo lo contrario.
Los efectos de las drogas no se diluyen en un rato. No basta con esperar.
Si consumes, el riesgo existe siempre.