Una dieta saludable
No existen fórmulas mágicas sino pautas correctas de alimentación
Lo primero que hay que hacer es acudir al médico de atención primaria o a un dietista-nutricionista antes de tomar cualquier decisión sobre la pérdida de peso del niño o adolescente. No confíes en soluciones mágicas que pueden poner en peligro la salud del menor. Si el médico te receta una dieta, estas recomendaciones te pueden ayudar a ponerla en práctica sin causar mucho trastorno en el entorno familiar:
- Planifica las comidas con antelación y evitar la improvisación. Así conseguiremos una alimentación consciente, sin situaciones de riesgo de ingerir alimentos menos saludables. Establece horarios regulares para las comidas y repártelas en varias veces a lo largo del día. Si es necesario, se pueden realizar 6 comidas, como por ejemplo desayuno, tentempiés de media mañana y tarde, comida, cena y recena.
- Favorece un ambiente relajado y sin distracciones durante las comidas. Respeta las preferencias y gustos de los niños/adolescentes por los alimentos. No le obligues a comer aquellos alimentos que son rechazados sistemáticamente, pero favorece que conozca nuevos sabores o preparaciones.
- Controlar el tamaño de las raciones en cada comida y evita que repita.
- Incorpora el consumo diario de alimentos clave como frutas, hortalizas, otros alimentos de origen vegetal, lácteos bajos en grasa (semidesnatados, desnatados, ligeros o 0%) y sin azúcar, frutos secos naturales crudos, etc.
- Evita el consumo de alimentos ricos en grasa, sal, azúcares y/o energía, tales como alimentos fritos, refrescos, bollería y chocolates, carnes grasas y procesadas (embutidos, curados, etc.), comida rápida, aperitivos salados como patatas de bolsa y cualquier tipo de golosinas, salsas comerciales como kétchup o mayonesa.
- Evita el consumo de azúcar añadido, así como el de edulcorantes artificiales, y favorecer el uso de especias y de alimentos con sabor dulce para sazonar y endulzar (canela, vainilla, frutas desecadas, frescas o sus zumos).
- En casa, facilita el acceso a los alimentos recomendados al niño mayor de 3 años y a los adolescentes, evitando tener alimentos no recomendados.
- Controla la disponibilidad de dinero, en aquellos casos en el que el niño/adolescente reciba paga o algún incentivo económico, que pueda suponer la compra de alimentos no recomendados.
- Colabora con el colegio para asegurar que el menú del comedor escolar sea supervisado por dietistas-nutricionistas. Además, favorece que el entorno escolar (cafetería, máquinas expendedoras, kioscos, etc.) promueva hábitos alimentarios saludables, por ejemplo evitando ofrecer alimentos de bajo valor nutricional y altamente calóricos (chucherías, bollería, aperitivos salados, refrescos, etc.) y que se incluya la educación alimentaria-nutricional en el currículo escolar.
- No se recomienda usar fitoterapia, homeopatía ni suplementos o sustancias “adelgazantes” o “quema grasas”, pues son productos sin efecto probado y no contribuyen a establecer hábitos alimentarios saludables.
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