¿Cuál es el poder adictivo de las apuestas online?
Las cifras son preocupantes: más de 500.000 menores apuestan cada año en España, tanto online como de manera presencial. A pesar de ser ilegal, esta cifra ha ido en aumento en los últimos años, según los datos de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD).
Pero ¿por qué empiezan a jugar? Los jóvenes ven las apuestas online como un tipo de ocio extendido. Lo consideran un gasto como cualquier otro y les parece una posibilidad de hacer amigos y de divertirse. Tan normalizado está, que incluso reservan parte del dinero que tienen semanalmente para jugar. Son conscientes de que pueden perderlo, pero ganar les proporciona un estatus en el grupo que les gusta y los anima a seguir jugando.
Pero lo que empieza como un juego conlleva sus riesgos. El 2,64% de los y las estudiantes presentan juego patológico y el 18% tienen problemas de juego, aunque no sean jugadores/as patológicas, según señala la FAD.
Los motivos de que las apuestas online sean tan adictivas para los jóvenes son los siguientes:
- Ganancias aparentemente fáciles.
- Facilidad de la práctica: todo el mundo puede jugar, no se necesitan habilidades especiales.
- Garantizan el anonimato.
- Sin restricciones. Se puede jugar en cualquier momento y desde cualquier dispositivo con conexión a internet.
- Mínimas cantidades. Se puede empezar a apostar con solo un euro.
- Gran presencia mediática: la excesiva carga de reclamos publicitarios como bonos de bienvenida, promociones y anuncios en todos los medios junto con la aparición de personajes y deportistas muy conocidos, influyen en los menores.
¿Y qué podemos hacer para prevenir?
- No dar a nuestros hijos muchos medios económicos y enseñarles la importancia del dinero. Hay que transmitirles el valor del esfuerzo y del trabajo y, animarlos a ganar su propio dinero para sus aficiones, pero también para responsabilizarse de sus gastos y los de la familia.
- Informarles de que al ser menores de edad no pueden apostar ya que no es legal y estarían cometiendo un delito.
- Hablar con ellos sobre los riesgos de apostar, que van más allá de la ludopatía (“gambling disorder”), como: nerviosismo, ansiedad, irritabilidad, insomnio, mala alimentación, aumento del gasto, endeudamiento, uso de las mentiras, empeoramiento de las relaciones familiares, hurtos en casa, problemas de rendimiento escolar o absentismo o que se distancien de los amigos, entre algunos otros.
- Vigilar en el entorno familiar las posibles señales del juego de azar en menores y si se detecta, acudir a un profesional.
- Por último, y lo más importante, ser un referente para ellos manteniendo un comportamiento adecuado en relación con el juego.