¿Por qué el entorno es más importante para nuestro bienestar de lo que pensamos?
Seguramente hayas oído hablar de Marie Kondo, una escritora que defiende la importancia del orden en todo aquello que nos rodea. La autora de uno de los libros más vendidos en el mundo (más de 2.000.000 millones de ejemplares en Japón y más de 300.000 en Estados Unidos) y con una serie en la plataforma Netflix llamada Tidying Up with Marie Kondo, sostiene que un hogar más limpio y ordenado provoca un estilo de vida más positivo y feliz en general. ¿Pero qué tiene esta metodología de real?
Las personas estamos interactuando con nuestro entorno de forma continua. Cuando salimos de trabajar vemos la calle llena de peatones y coches o quizá trabajamos en una zona poco frecuentada, escuchamos el ruido del tráfico o el trinar de los pájaros, al llegar a casa vemos un bonito jardín lleno de flores con colores vivos o un edificio gris y medio abandonado, caminamos a veces por entornos amplios y despejados y otras por ambientes estrechos y abarrotados de gente. Ninguno de estos aspectos nos deja impasibles. Estamos rodeados de un entorno natural, pero también social, etc. que, por supuesto, tiene un efecto no solo en nuestro desempeño, sino en nuestro estado de ánimo.
Un estudio realizado por la doctora estadounidense Nancy Wells en la Universidad de Cornell confirma que existe una relación entre la calidad de la vivienda y la salud mental de las personas que la habitan. Al parecer, una casa de mejor calidad general (estética, desorden/limpieza, temperatura interior, peligros, hacinamiento) se relaciona con menores niveles de estrés psicológico tanto en niños como en adultos.
Su línea de investigación también afirma que los niños desarrollan mejor su capacidad atencional si están rodeados de naturaleza. Para encontrar estos hallazgos trasladaron a diecisiete niños desde sus hogares de nivel económico bajo a casas de alto estatus rodeadas de naturaleza. Comprobaron que el rendimiento de los niños mejoraba en función de la cantidad de naturaleza que rodeaba sus nuevos hogares. Los investigadores Kuo y Sullivan de la Universidad de Illinois concluyeron también que las personas que estaban en contacto con las zonas verdes tenían niveles significativamente más bajos de agresividad y de violencia en comparación con el otro grupo.
Un ejemplo de la importancia del entorno es algo tan sencillo como el color. Numerosos estudios demuestran que los colores que nos rodean tienen un impacto en nuestras emociones y estado de ánimo. De hecho, los pueblos ancestrales creían que los colores desprendían una energía natural que afectaba a las personas. La realidad es que el color, compuesto por luz y energía, tiene la capacidad de estimular nuestros sentidos.
Por ejemplo, los tonos rojos, naranjas y amarillos se utilizan en publicidad para atraer la atención del consumidor. De hecho, los carteles que anuncian un posible peligro (preventivos) suelen ser de color rojo o amarillo, y el rojo es también el color que se suele usar para destacar los productos rebajados. Al contrario, los colores más azulados provocan una cierta sensación de calma, cierta relajación y seguridad. Los anuncios los utilizan para evocar una sensación de paz y estabilidad.
Los espacios que ocupamos, sus formas y distribuciones, el contexto que nos rodea y las características de éste nos influye en nuestro bienestar en el día a día. La psicología ambiental o ecológica es la rama de la psicología encargada de estudiar estos aspectos y analizar el impacto de ciertos cambios sobre nuestro bienestar e incluso sobre nuestra salud. Podemos concluir, por tanto, que el ambiente que nos rodea tiene un efecto pequeño sobre nuestro estado de ánimo pero que, mantenido y acumulado en el tiempo, puede llegar a ser bastante relevante. Aunque posiblemente haya cosas que no podemos cambiar, otras sí dependen de nosotros. Te proponemos una idea: hacer un plan a medio y largo de plazo de cómo mejorar tu entorno cotidiano para estar “mejor” rodeado y promover así tu bienestar.