El dolor de una madre
Fazal Sheikh recoge toda la emoción de un sentimiento
Fazal Sheikh
Qurban Gul with a photograph of his son Mula Awaz, 1996-1998
© Fazal Sheik 2009
© Colecciones Fundación MAPFRE
La obra de Fazal Sheikh fue una de las primeras en formar parte de la colección; con motivo de la exposición que organizamos en 2009, adquirimos un considerable número de fotografías que nos permite hacer un recorrido bastante completo por sus series más destacadas. Desde el inicio de su carrera, el fotógrafo, se ha preocupado por reflejar la realidad de los más desfavorecidos en distintos países del Tercer Mundo. A través del retrato, al que reviste de un aire clásico, frontal, y en el que el protagonista posa confiadamente ante su cámara, Sheikh consigue resultados de extrema belleza, con composiciones muy cuidadas con fuertes contrastes de tono. Dentro de la tradición de la fotografía documental de carácter social, Sheikh aporta un nuevo enfoque, en el que se pone de manifiesto la empatía con los protagonistas de su trabajo.
La fotografía de Qurban Gul no es el característico retrato frontal de Fazal Sheikh en el que los sujetos se presentan a sí mismos; es, sin embargo, una fotografía extraordinaria que resume e ilustra la intencionalidad de su obra: sentimientos personales, implicaciones sociales y emoción, que se convierten en arte, en belleza formal. La máxima elocuencia expresada con mínimos recursos, con simplicidad y rotundidad. Forma parte de una serie realizada en Afganistan en las que algunas personas sostienen una fotografía del hijo o el hermano asesinados.
Afganistan es un remoto país del que sólo he escuchado desde que tengo uso de razón, noticias de destrucción y muerte. Este país pobre, pero de situación estratégica, ha sido escenario en las últimas décadas de encarnizadas guerras por el control de su territorio. Tras la invasión de la Unión Soviética en 1979, se sucedieron años de lucha de la resistencia apoyada por Estados Unidos que, cuando los soviéticos abandonaron el país, lo dejaron en manos de los talibanes, a quienes habían ayudado a hacerse con su control. En medio, un pueblo masacrado, dos millones de muertos y casi la mitad de la población desplazada. Esto es lo que encontró y documentó Sheikh cuando visitó en el verano de 1997, los campamentos de refugiados afganos en el noroeste de Pakistán.
Las noticias que nos acercan los medios de comunicación en los últimos años de Afganistan no logran calar en nuestra conciencia del mismo modo que lo hace una fotografía de Fazal Sheikh: es la personificación del sufrimiento lo que nos impacta y nos lleva a identificarnos, a con-centrarnos en ella. De ahí la importancia de su obra, que muestra dramas humanos y sociedades marginadas poco conocidos. Son, como dice Shoshana Felman, “los que carecen de expresión” aquellos que “por un lado, han sido históricamente reducidos al silencio, y, por otro lado, han sido históricamente privados de un rostro humano, privados no sólo del lenguaje y de la voz, sino incluso de la expresión muda que siempre está presente en el rostro humano”. Sheikh convierte su trabajo en un amplio diálogo y da voz a los protagonistas que se expresan mediante historias sencillas, intensas, duras, en las que lo superfluo ha sido eliminado para reflejar lo verdadero, lo más íntimo y consustancial de sus vidas.
Esta fotografía es el eslabón que une a Qurban Gul con su hijo, el único vínculo entre la muerte y los sobrevivientes: la imagen de Sheikh nos une a ella en su sentimiento de vacío y soledad y se convierte en un relato melancólico, nada épico, sobre el desarraigo, la desesperación y la muerte.
Cuando todo ha terminado, la fotografía permanece como una reliquia que se guarda con devoción. Esta imagen nos habla de la vida y de su pérdida, también de la capacidad de la fotografía para mantener viva la memoria, para ayudar a salvar el presente del olvido.
Carlos Gollonet, Conservador jefe de fotografía Fundación MAPFRE.