Tres malos ejemplos a evitar con nuestros hijos
Por eso es muy importante que, como padres, tutores, abuelos, primos, o hermanos mayores (es decir, tengamos el parentesco que tengamos), demos buen ejemplo a los pequeños. Pero, un momento, ¿solo a nuestros pequeños? No, como adultos deberíamos ser un buen ejemplo para cualquier niño, al menos por el respeto que debemos a estas pequeñas personas, y a su formación para ser parte de la sociedad.
El buen ejemplo es un gesto de generosidad y es altruista
El verdadero buen ejemplo se da sin esperar nada a cambio, al menos nada como recompensa, más que saber que hemos hecho lo correcto y que hemos puesto nuestro granito de arena en la formación de esos pequeños. Por muy minúsculo que sea ese granito, todo suma.
Al contrario, el mal ejemplo es muy fácil de cometer, y es muy dañino para esa misma formación de los niños, que pueden confundirse al ver cómo unos adultos cumplen las normas, pero otros pasan por encima de ellas sin remordimientos. Ese mal ejemplo lo podemos dar de manera voluntaria o involuntaria, pero sea como sea, supone añadir confusión en esas pequeñas mentes.
1. Cruzar por cualquier sitio, en cualquier momento
Este es uno de los malos ejemplos más habituales y dañinos para esa formación de los pequeños. Nosotros, como padres, podemos seguir las normas (y sí, a veces podemos pensar en que son mejorables) y dar ejemplo a nuestros hijos, pero hemos de luchar contra las dudas que les genera ver cómo el abuelo de su amigo cruza con su nieto por el medio de una rotonda.
O puede ver que el hermano mayor de otro amigo cruza en rojo, o por en medio de un seto que divide la calzada en dos sentidos. Estas acciones son muy habituales, y desgraciadamente están protagonizadas por personas mayores, o por adultos, que no reparan en saltarse dichas normas ante la mirada de cualquier niño. Es algo que todos deberíamos evitar, por simple solidaridad con los padres que intentan educar a sus hijos, y por respeto a esos niños.
2. Aparcar mal para hacer alguna tarea
Es un ejemplo de lo que sería un ejemplo pernicioso general, que es hacer caso omiso a cualquier señal de tráfico. Incumplir las normas de la parada y el estacionamiento poniendo una excusa (“va a ser solo un momento”; “si viene un guardia me avisáis”) implica que en la mente del niño se forja la máxima de que, con una excusa, podemos hacer lo que queramos. Los niños son muy observadores, no subestimes su capacidad creyendo que no van a entender lo que sucede.
3. Enfrentarse a otros conductores, peatones, o ridiculizar a la autoridad y las normas de tráfico
Es otra acción habitual que cualquiera puede observar en las ciudades o carreteras, y es uno de los peores ejemplos posibles, porque trasciende la seguridad vial y se mete en el terreno del civismo. Las actitudes hostiles hacia otros conductores o peatones (indistintamente del sexo) y la prepotencia o la tendencia a ridiculizar las normas y tomarse la ley a broma, influye en lo sniños hasta el punto de que actuarán exactamente de la misma forma, tanto mientras son niños, como cuando llegan a ser adultos.