La economía de los 120 años
Seguro y Previsión Social
El sector del seguro lleva un tiempo trabajando con su regulador para revisar las tablas biométricas que indican la mortalidad prevista o si se prefiere los años de supervivencia de los asegurados. Esta comisión técnica auspiciada por la dirección general de seguros y fondos de pensiones cuenta con la participación de las principales empresas del sector muy interesadas en que esas tablas recojan la realidad de la demografía española.
Y aunque parezca increíble en la mesa está que esas tablas -que actualmente sitúan en 120 años la esperanza de vida- puedan ser actualizadas al alza. El proceso de cambio demográfico que vivimos hace que cada año le estemos ganando algo más de tres meses a la vida. Es tan sencillo como recordar que la esperanza de vida en nuestro país en 1950 era de 62 años y hoy superamos los 83, en apenas siete décadas hemos conseguido 20 años extra. Y este hecho no se va a dejar de producir; cada año seguiremos rascándole meses a la vida, aumentando nuestra esperanza de vida. Ya hoy somos uno de los cinco países del planeta más longevos pero los institutos más reputados nos sitúan en la cúspide con Japón en muy pocos años.
No alcanzaremos tan pronto esos 120 años de las tablas de las aseguradoras, ni mucho menos los superaremos como se estudia por parte de esa dirección general del gobierno de España. Que las tablas se sitúen en esa edad no significa que esa sea la esperanza de vida, sino que es factible que algunas personas alcancen esas edades. Si alguien se ha escandalizado con lo anterior y piensa que es pura ciencia ficción le aconsejo que no siga leyendo el resto de este artículo. La Fundación Matusalén cofundada por el científico Aubrey de Grey defiende que alcanzaremos una vida de 1.000 años. Además, el autor del libro “Ending Aging”, le pone fecha, si se cuenta con financiación, esto sucederá con un 50% de probabilidad en los próximos 25 años, pero también podría suceder en los próximos 100. En la misma línea, otros investigadores desde Silicon Valley sostienen que «basándonos en el rápido ritmo de crecimiento de avances biomédicos, la cuestión no es si podemos romper el código del envejecimiento, sino cuándo lo haremos». Por último, el científico Ray Kurzweil sostiene que gracias a la nanotecnología y a una mayor comprensión de cómo funciona el cuerpo, se podrán suplantar órganos vitales y de esa manera vivir para siempre; de hecho, en su opinión, esta se alcanzará en un plazo de 20 años.
Pero aún hay más. El transhumanismo es una teoría que no ha dejado de ganar adeptos desde que en los años 80 se reunieron por primera vez en la universidad de UCLA de California los defensores de que debido a los avances tecnológicos los límites fundamentales de la condición humana podrían superarse, entre ellos la muerte. Pero los transhumanistas van más allá de la búsqueda de la inmortalidad que la dan por hecha. Lo que les preocupa no es la muerte de cada ser humano sino la desaparición del género humano. Kurzweil cree que estamos acercándonos a la “singularidad”, es decir el momento en el que las computadoras, gracias a la IA, se vuelven lo suficientemente inteligentes como para aprender solas. En ese momento el ser humano no tendrá más remedio, si quiere sobrevivir a las máquinas, que hibridarse con ellas y ser un poco máquina, un poco humano porque si no será imposible subsistir. Mientras tragamos saliva para asimilar esta negra premonición que esperemos nunca se cumpla quedémonos con que una nueva vida más larga y saludable ya está aquí y que es una gran oportunidad para las empresas que quizás no se está aprovechando del todo en España.
El monitor de empresas de la economía senior se presentó hace unas semanas en Madrid y puso de manifiesto que la mitad de las empresas en España ofrece productos o servicios dirigidos a los mayores de 55 años, lo que supone un incremento de 4 puntos porcentuales respecto a 2023 (46%). Este grupo poblacional, que representa actualmente el 33% de la población total y el 60% del gasto español, se ha convertido, por tanto, en un público clave para muchas compañías, ya sea en forma de bienes, servicios, tarifas y descuentos diferenciales para el mercado sénior, o a través de canales de comunicación específicos, servicios de atención preferentes, o por medio de campañas de marketing para llegar mejor a estas personas.
A pesar de que las empresas consideran la economía sénior también conocida como economía plateada por las canas de sus protagonistas, como un factor dinamizador para la economía. En concreto para la creación de nuevos bienes y servicios (con una puntuación media de 7,7 sobre 10) y para el desarrollo económico del país (7,6), todavía y aquí está la parte negativa, la mayoría sigue asociando el envejecimiento con los cuidados y la asistencia y como “desafío empresarial” debido al reto que supone abordar estas nuevas necesidades. El informe destaca, además, que es una minoría, 4 de cada 10 compañías las que reconocen que tiene previsto desarrollar planes o líneas de actividad específicas para el colectivo sénior en los próximos 5 años. No obstante, solo el 23% ha realizado ya algún estudio de mercado para identificar sus intereses y necesidades específicas, lo que demuestra que son deseos más que realidades.
Estamos lejos de una economía de los 120 años, digan lo que digan las tablas biométricas pero muy cerca de que los niños que hoy nacen tengan una esperanza de vida de 100 años. Esperemos que las empresas españolas con la complicidad de las autoridades públicas sepan aprovechar las oportunidades de vivir en un país en el que cada vez más disfrutaremos de alcanzar las canas con salud, economía y trabajo.
Iñaki Ortega es doctor en economía y consejero asesor del Centro de Investigación Ageingnomics de Fundación MAPFRE.