Lesiones en el cuello. ¿Cuándo aparecen? ¿Cómo evitarlas?
Te contamos porqué es más seguro que los menores viajen mirando hacia atrás
Seguridad Vial
¿Por qué debemos llevar a los bebés y a los más pequeños mirando hacia atrás? Esa pregunta, que nos parece muy actual, ya se respondió en los años sesenta del siglo pasado.
En aquel entonces, un doctor de la Universidad de Chambers, Suecia, llamado Bertil Aldman, ya intuyó que la manera más segura de viajar era mirando hacia atrás. Aldman vio que los astronautas del proyecto Géminis, predecesor del proyecto Apolo que llevó al hombre a la luna, soportaban la deceleración de la reentrada en la atmósfera mirando hacia atrás.
Si la mejor manera de soportar la deceleración en un adulto era ir mirando en sentido contrario a la marcha, cuando lo más natural en una nave espacial hubiera sido que los astronautas fuera mirando hacia delante, en un bebé no tenía sentido, entonces, que fueran mirando hacia delante, ya que la intensidad de los esfuerzos derivados de una colisión de tráfico es mucho mayor que la intensidad que recibe un astronauta en la reentrada.
A partir de ese principio, diseñó el primer sistema de retención infantil mirando hacia atrás.
Una cuestión de peso y algo más…
En un adulto, la proporción del peso de su cabeza con respecto al peso del cuerpo es del 6% aproximadamente, mientras que en un bebé esa proporción es del 25%.
Si a eso le sumamos que un bebé no tiene desarrollada la musculatura del cuello y que la osificación de la columna vertebral no se alcanza hasta los 30 meses, entonces nos encontramos ante la situación idónea para tener lesiones en el cuello.
Si colocáramos a un bebe mirando hacia delante, los esfuerzos derivados de la aceleración, en caso de colisión, le provocarían lesiones graves, debido a los factores anteriormente mencionados.
Por lo tanto, el factor más decisivo a la hora de evitar las lesiones en el cuello es el sentido de la marcha en el que colocamos al bebé o menor.
En los sistemas de retención infantil que miran hacia delante, la retención del menor es responsabilidad del arnés, que fija el pecho y la pelvis del pequeño, pero deja libertad a extremidades y cabeza. En caso de colisión, será el cuello del menor el que soportará los esfuerzos derivados del movimiento de la cabeza hacia delante, que, como decíamos, en un bebé es proporcionalmente más grande que en un adulto. En cambio, en los sistemas de retención infantil que miran hacia atrás, el movimiento de la cabeza es soportado por el respaldo del dispositivo y, por lo tanto, se minimizan los esfuerzos que recibe el cuello, lo que supone una reducción de las cargas de un 80%.
Las lesiones en el cuello, por lo tanto, aparecen principalmente en colisiones con dispositivos mirando hacia delante, y la mejor manera de evitarlas es el uso, el mayor tiempo posible, de sistemas de retención infantiles mirando hacia atrás.