Facundo de Zuviría. Estampas porteñas
11.FEB.2023 ──────── 07.MAY.2023
Facundo de Zuviría
Peinados Permanentes Rosita, Monserrat, 1985
Colección privada, París. © Facundo de Zuviría
Para Facundo de Zuviría (Buenos aires, 1954) fotografiar su ciudad natal es una pulsión vital. Cuando en 1983 decidió dedicarse a este medio una de sus primeras intenciones fue, a partir de su participación en un programa de cultura en sus barrios, formar un archivo de imágenes de Buenos Aires. El proyecto no llegó a concretarse, pero desde entonces no dejó nunca de capturar sus calles, fachadas, patios interiores, escaparates, señales de tráfico, carteles y rótulos publicitarios, sus peatones… toda la multiplicidad de elementos que componen la fisonomía urbana.
De esta manera, y a lo largo de los últimos cuarenta años, Zuviría ha ido construyendo una imagen paralela de su ciudad, la suya propia, una mirada aparentemente aséptica pero transmisora, a la vez, de evocación y nostalgia.
En la estética de Zuviría asoma la influencia de grandes fotógrafos de lo urbano, como Walker Evans y Horacio Coppola -considerado el padre de la fotografía moderna argentina-, pero también la de artistas plásticos como los del arte pop norteamericano o Edward Hopper y de la literatura; no en vano su escritor preferido es Jorge Luis Borges, otro, como Zuviría, infatigable peatón bonaerense.
Comisario: Alexis Fabry
Facundo de Zuviría. Estampas porteñas recorre cuarenta años de trayectoria del artista, de 1982 a 2022, a través de 195 fotografías en blanco y negro y en color. La exposición ofrece un itinerario lineal, un todo continuo solo interrumpido por las series «Siesta argentina», la más conocida y política, y «Frontalismo», gran ejemplo de su inclinación por la composición y la simetría.
Los modos de trabajar del autor son dos: por un lado, proyectos prolongados en el tiempo que surgen de una idea previa y en los que cada imagen se subordina a ese concepto original, como ocurre en «Frontalismo». Esta serie, iniciada en 2010, era en un principio una serie con punto final; sin embargo, todavía continúa abierta. Lo mismo ocurre con «Estampas porteñas», que el artista considera su trabajo más personal, pues se nutre de motivos a los que vuelve una y otra vez en sus paseos habituales por Buenos Aires. Por otro lado, aborda series de carácter autónomo y acotado, como en el caso de los fotogramas (1981-1983), las secuencias (2000-2004), la citada «Siesta argentina» (2001-2003) o los cianotipos de libros que elaboró durante la pandemia (2020-2021), por citar algunos ejemplos.
Pop vernáculo: uno de los aspectos más importantes en la obra de Zuviría es la influencia del arte pop, incluso cuando él mismo no es consciente de ello. Su capacidad para capturar lo vernáculo a lo largo de su serie «Estampas porteñas», por citar su trabajo más longevo, es una de sus características más relevantes. El artista ennoblece los elementos de la sociedad de consumo, como los carteles, las vallas publicitarias o los rótulos de los bares y restaurantes, que hacen que su obra «huela» a Buenos Aires.
Los barrios: para Facundo de Zuviría la esencia de Buenos Aires no reside en el centro, sino en los barrios, que, a inicios de la década de 1980, todavía periféricos, le resultan menos impersonales. Como él mismo declaró en una entrevista publicada en el periódico Clarín en 2015, dos cosas le llaman la atención en los barrios de la ciudad: «Las casas bajas, esa cosa de pampa edificada que tiene Buenos Aires, que es llanura con mucho cielo. Las fachadas de los negocios de 8,66 metros, dos ventanas laterales y una puerta central que forman un tríptico, y dentro de esa estructura, todas las variedades posibles».
El corralito: el 3 de diciembre de 2001 se decretó en Argentina el corralito, una medida gubernamental que, entre otras cosas, prohibía al ciudadano extraer dinero de las cuentas corrientes, libretas de ahorro e inversiones financieras. Este suceso causó una profunda crisis social. La restricción de liquidez monetaria tuvo como colofón la asfixia de la economía y la parálisis del comercio y el crédito. La conmoción que produjo en la sociedad una medida tan drástica, cuyo efecto se prolongó durante varios años, puede englobarse dentro de la crisis política que se instaura tras la dimisión del presidente Fernando de la Rúa el 21 de diciembre. Su sucesor, Adolfo Rodríguez Saá, estuvo una sola semana en el poder (del 23 al 30 de diciembre) y fue sustituido por Eduardo Duhalde, que asumió la presidencia de la República el 2 de enero de 2002.
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