Lee Friedlander

New Documents: En 1967 se organizó en el MoMA de Nueva York la exposición New Documents con obra de Garry Winogrand, Diane Arbus y Lee Friedlander. Fue entonces cuando la carrera de este último tomó impulso definitivamente. Además de mostrar la influencia que Walker Evans y Robert Frank habían ejercido sobre los tres, la muestra puso de manifiesto una nueva manera de entender la fotografía mucho más cercana y subrayó las diferencias entre esta nueva generación de artistas documentalistas y la que les había precedido. En el texto introductorio a la exposición, su comisario John Szarkowski escribió: “La mayor parte de aquellos que eran considerados fotógrafos documentalistas hace una generación, cuando esta denominación era nueva, hicieron sus fotografías al servicio de una causa social. Querían mostrar lo que estaba mal en el mundo y persuadir a sus coetáneos para pasar a la acción y corregirlo. En las últimas décadas una nueva generación de fotógrafos se ha aproximado al documentalismo de una manera distinta, con otros intereses. Su espíritu no es el de reformar la vida, sino el de conocerla.”

Paisaje social americano: Para conocer esa vida y el entorno que les rodea, tanto Friedlander como Winogrand, siguiendo los pasos de Walker Evans y Robert Frank, decidieron fotografiar el “paisaje social americano” a través de frecuentes viajes por carretera, al más puro estilo Jack Kerouac en su célebre libro En la carretera. A lo largo de seis décadas, Friedlander ha retratado todo lo que se ponía ante su cámara y que podía interesarle, registrando el paisaje y la sociedad americana y traduciendo imágenes mentales con su fotografía. Por este procedimiento el artista ha reflexionado sobre el mundo para poder comprenderlo y así animar a los espectadores a reflexionar junto a él.

The American Monument: En 1976, Friedlander publica uno de los proyectos por los que es más célebre, The American Monument, con más de doscientas fotografías realizadas fundamentalmente entre 1971 y 1975 a partir de monumentos más o menos conocidos de distintas ciudades americanas. Estas imágenes enlazan con la tradición de la fotografía documental como ninguna otra de sus series. Una idea que arranca con Eugène Atget y su proyecto de inventario anónimo de la decadencia urbana de París y que continua con Walker Evans, pionero de esa visión documental y elaborada, que convertía el documento en una imagen más lírica y poética. En Friedlander se combina esa idea de Evans con la mirada más crítica de Robert Frank, pero “animada” por un aliento más irónico. Lo que produce Friedlander no son documentos, sino fotografías. El artista dignifica los monumentos con estas imágenes aparentemente sencillas, pero los configura en la composición como cualquier otro elemento: los árboles, el agua, las hojas, el paisaje, se presentan con la misma naturalidad. Incluso en algunas de estas fotografías, el protagonista de la composición aparece medio escondido, en una subversión de las reglas del medio que es, como ya se ha señalado anteriormente, una constante en su obra.

La cámara Hasselblad: A finales de los años noventa, Friedlander decide cambiar su cámara de 35 mm por una de medio formato, una Hasselblad Supervise, con un objetivo Biogon de 38 mm y película 6×6. Gracias a su formato cuadrado y a este objetivo desarrollado por Zeiss, la distorsión es prácticamente inexistente y la imagen resulta nítida y con definición hasta en las esquinas, donde también se reduce de manera considerable la pérdida de luz. Todo está ahí, delante de nosotros, con la misma densidad y presencia.

La decisión de cambiar de cámara fue tomada al tratar de fotografiar el desierto de Sonora y sus vastos paisajes; a partir de entonces, aquellas fotografías de los años sesenta, en las que abundan los reflejos y en las que los motivos se yuxtaponen de forma abigarrada, dieron paso, en los años 2000, a imágenes aparentemente más ordenadas.

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El catálogo que se publica con motivo de la exposición incluye reproducciones de la totalidad de las obras expuestas, además de un ensayo principal a cargo del comisario del proyecto, Carlos Gollonet, Conservador Jefe de Fotografía de Fundación MAPFRE y un texto de Nicholas Nixon, uno de los fotógrafos más reconocidos del panorama internacional actual. Además, cuenta con una conversación entre Maria Friedlander y Jeffrey Fraenkel, galerista y estrecho colaborador del fotógrafo desde hace años.

El catálogo tiene además una versión en castellano, catalán e inglés, esta última coeditada por Fundación MAPFRE y RM.

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