Bill Brandt
03.JUN.2021 ──────── 29.AGO.2021
Bill Brandt
Río Cuckmere, 1963
Colección privada. Cortesía del Bill Brandt Archive y de la Edwynn Houk Gallery.
© Bill Brandt / Bill Brandt Archive Ltd.
Aprendiz en el estudio de Man Ray e influido en sus orígenes por artistas como Brassaï, André Kertész o Eugène Atget, Bill Brandt (Hamburgo, 1904-Londres, 1983), uno de los fundadores de la fotografía moderna, concibe el lenguaje fotográfico como un poderoso medio de contemplación y comprensión de la realidad, pero siempre desde una primacía de las consideraciones estéticas sobre las documentales. Publicadas en la prensa o en libros, algunas de sus fotografías se convirtieron rápidamente en piezas icónicas, indispensables para entender la sociedad inglesa de mediados de siglo.
Su obra también expresa una permanente atracción por lo extraño, por aquello que causa tanta atracción como extrañeza y provoca desasosiego. Su estética se acerca así al concepto de “lo siniestro”, entendido como algo opuesto a la idea de lo familiar, de lo habitual. Este elemento actuará como línea argumental de una producción profesional y artística que, en un principio, parece errática y dispersa.
Su obra tardía muestra una faceta más experimental, una búsqueda de la innovación a través del recorte y el encuadre, presente sobre todo en las imágenes de desnudos.
Comisario: Ramón Esparza (Universidad del País Vasco).
La muestra reúne 186 fotografías positivadas por el propio Bill Brandt, que a lo largo de las casi cinco décadas de su carrera no dejó de abordar ninguno de los grandes géneros de la disciplina fotográfica: reportaje social, retrato, desnudo y paisaje.
El recorrido, dividido en seis secciones («Primeras fotografías», «Arriba y abajo», «Retratos», «Paisajes descritos», «Desnudos» y «Elogio de la imperfección»), trata de mostrar cómo todos estos aspectos –en los que la identidad y el concepto de «lo siniestro» se convierten en protagonistas– confluyen en la obra de este ecléctico artista que fue considerado, ante todo, un flâneur, un «paseante» en términos similares a los que lo fue su admirado Eugène Atget, a quien siempre consideró uno de sus maestros. Ciento ochenta y seis fotografías que se complementan con escritos, algunas de sus cámaras de fotos y distinta documentación (entre la que destaca la entrevista que ofreció a la BBC poco antes de su muerte), así como publicaciones ilustradas de la época. Todo ello gracias a la cortesía del Bill Brandt Archive de Londres y la Edwynn Houk Gallery de Nueva York.
Inicios surrealistas: tras iniciar su incursión en la fotografía en Viena, donde realizó en 1928 el famoso retrato del poeta Ezra Pound, Bill Brandt marchó a París para entrar como ayudante, durante un corto período de tiempo, en el estudio de Man Ray, lo que le impulsó a mezclarse con el ambiente surrealista de la capital francesa, que impregnará toda su obra a partir de entonces. Esta influencia, junto con la de su admirado Eugène Atget, el fotógrafo que documentó «el viejo París» y del que Fundación MAPFRE también organizó una exposición en el año 2011, desembocó en imágenes donde lo inquietante hacía ya acto de presencia: escenas callejeras y la noche parisina son algunos de los motivos más frecuentes de las imágenes del artista durante este período.
Ocultación de lo alemán: junto con su pareja y futura esposa, Eva Boros, realizó, además, numerosos viajes a la estepa húngara, a su Hamburgo natal y a España, donde visitaron Madrid y Barcelona, antes de trasladarse a Londres en 1934. Fue en esta ciudad cuando Brandt se deshizo de sus raíces alemanas, eliminando toda referencia a las mismas, una ocultación debida a la creciente animadversión por lo alemán que siguió al ascenso del nazismo. Brandt inventó un nacimiento británico, creando un corpus artístico en el que el Reino Unido se sitúa como núcleo de su identidad.
El retrato: tras haber realizado varios retratos en los inicios de su carrera, a partir de la década de mil novecientos cuarenta —período en el que trabaja para revistas como Picture Post, Liliput y Harper’s Bazaar—, Bill Brandt aborda este género de manera profesional. Algunos de ellos supusieron una ruptura con la tradición, como los que aparecieron en la ya citada Lilliput en 1941, ilustrando el artículo «Young Poets of Democracy», que incluía algunos de los rostros más representativos de los escritores y poetas de la Generación Auden.
Elogio de la imperfección: en su introducción a Camera in London, el libro sobre la capital británica publicado en 1948, Bill Brandt señalaba: «considero esencial que el fotógrafo haga sus propias copias y ampliaciones. El efecto final de la imagen depende en gran medida de esas operaciones, y solo el fotógrafo sabe lo que pretende». Para el artista, era fundamental el trabajo en el laboratorio y, en los inicios de su carrera, aprendió toda una gama de técnicas artesanales: del aumento a la ampliación, el uso de pinceles, raspadores u otros útiles. Esos retoques manuales a veces conferían a sus fotografías ese aspecto algo burdo que puede asociarse al citado concepto freudiano de lo “unheimlich”: lo siniestro.
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