Tocar el color. La renovación del pastel
03.OCT.2019 ──────── 05.ENE.2020
Eugène Boudin
Nuages blancs, ciel bleu [Nubes blancas, cielo azul], c. 1859
Musée Eugène Boudin, Honfleur
© H. Brauner
La historia del arte no es solo el relato de las propuestas visuales de artistas y movimientos, sino también el estudio de las técnicas y los materiales utilizados; esta exposición se centra en una de ellas, tradicionalmente calificada como algo superior al dibujo, pero inferior a la pintura: el pastel.
Sin ánimo exhaustivo, pero desde una perspectiva internacional, esta exposición propone analizar el lugar del pastel frente a la venerable pintura al óleo, así como las razones que llevaron a diversos artistas de los siglos XIX y XX a recurrir a este medio y reivindicarlo. Articulada en 10 secciones cronológicas, la muestra pone de relieve los principales momentos y las máximas figuras del renacimiento del pastel en la primera modernidad, un momento que convirtió esta técnica en un arte por derecho propio.
La muestra, producida por Fundación MAPFRE, está compuesta por 98 obras de 68 artistas y ha sido posible gracias al apoyo de los más de setenta prestadores, tanto instituciones como coleccionistas particulares, que con gran generosidad han accedido a prestar obras de una calidad extraordinaria.
La exposición Tocar el color. La renovación del pastel ahonda en la historia del resurgimiento del pastel a partir de la década de 1830, cuando aparece el término «pastelista», hasta sus evoluciones en el siglo XX. Si bien la técnica del pastel conoció en el siglo XVIII un auge formidable hasta el punto de convertirse en un arte de pleno derecho, nunca llegó a conquistar del todo su legitimidad frente a la pintura al óleo, disciplina reina. Su fragilidad intrínseca, su encasillamiento en el género del retrato (mucho menos valorado que la representación de los grandes hitos históricos o religiosos) y su apropiación por parte de numerosas mujeres le impidieron acceder al ámbito de la «gran» pintura.
Paralelamente, la utilización muy difundida del pastel para realizar esbozos tendió a confundirlo con las artes gráficas. Por lo que no fue hasta el siglo XIX cuando el arte del pastel reconquistó poco a poco su autonomía respecto a la pintura, y cuando llegó a su máximo apogeo. Es en ese momento de renacimiento de la técnica donde arranca la exposición Tocar el color, centrada en las obras que justifican la aplicación del apelativo «pastelistas» a sus autores.
Artistas como Eugène Boudin, Odilon Redon o Edgar Degas, se cuentan entre aquellos que, al apostar por esta técnica, confirieron un estatus innovador al empleo de las barritas de pastel; una posición nueva que se mantuvo a lo largo de la primera mitad del siglo XX aplicada a la ruptura de lenguajes que inaugura la generación posterior con, entre otros, Pablo Picasso, Joan Miró, María Blanchard o Theo van Doesburg.
A lo largo de la historia del arte, el pastel fue considerado una técnica a medio camino entre el dibujo y la pintura. Pero los artistas modernos fueron descubriendo su especificidad hasta convertirlo en un arte por derecho propio. Para ello, miraron con nostalgia a la edad de oro de ese medio: el siglo XVIII.
El pastel es una técnica tradicionalmente asociada a las artistas mujeres. Conscientes de estar relegadas de los círculos académicos, muchas pioneras apostaron por este medio, manejable y económico, que con el tiempo les facilitaría un camino alternativo a las bellas artes, antes reservadas a los hombres.
Los impresionistas encontraron en el pastel un medio que facilitaba el trabajo al aire libre y la captación del momento fugaz. Los pasteles de Edgar Degas escriben un capítulo fundamental en la historia del arte moderno: la espontaneidad y el color liberado (características propias de la técnica) toman todo el protagonismo en sus desnudos, retratos y paisajes.
Odilon Redon es el más destacado pastelista del cambio de siglo, clave en la evolución de la estética simbolista y de las vanguardias. A partir del ejemplo de sus atmósferas oníricas y enigmáticas, numerosos artistas del siglo XX recuperan el pastel de manera libre y desprejuiciada, desde Joseph Stella o Theo van Doesburg hasta Joan Miró, María Blanchard o Hans Hartung.
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