Pierre Bonnard
19.SEP.2015 ──────── 10.ENE.2016
El boxeador (retrato del artista), 1931
París, Musée d’Orsay
© RMN-Grand Palais (musée d’Orsay) / Michèle
La obra de Pierre Bonnard (1867-1947) es difícilmente clasificable. Bajo una apariencia de tranquila sencillez y de alegre armonía, sus pinturas se revelan complejas y llenas de matices. Esta exposición, que fue la primera retrospectiva sobre su obra realizada en nuestro país en más de treinta años, puso el foco en una de las figuras decisivas para el nacimiento del arte moderno.
Organizada junto al Musée d’Orsay de París y los Fine Art Museums de San Francisco, la muestra reunió cerca de ochenta pinturas, una docena de dibujos y medio centenar de fotografías que fueron cedidas por más de treinta colecciones públicas y privadas, entre las que se encontraban el Musée d’Orsay, el Centre Georges Pompidou, la Tate de Londres, el National Museum of Western Art de Tokyo, la National Gallery of Art de Washington y el Metropolitan Museum of Art de Nueva York.
La exposición
La obra de Bonnard resulta fundamental para comprender la transición entre el post-impresionismo y el simbolismo, en un momento en el que la pintura estaba sufriendo una revolución radical a través del color.
Desde la admiración por el arte japonés en su momento nabi, grupo del que fue miembro fundador, hasta la exhibición de sus espacios íntimos, entrevistos en sus lienzos a través de puertas y ventanas, pasando por su fascinación por la fotografía y su habilidad como dibujante, la muestra ofrecía una visión completa de la obra de Pierre Bonnard. Articulada en torno a los fundamentos de su pintura más que en una estricta división cronológica, el objetivo de la exposición fue el de transmitir la unidad de su obra, sin perder de vista la evolución que vivió a lo largo de su extensa carrera.
Bonnard, quien con frecuencia es definido como el “pintor de la felicidad”, solía trabajar durante años en las mismas pinturas, volviendo una y otra vez a ellas, alterando sus formas y acentuando su cromatismo hasta conseguir la intensidad del sentimiento que quería transmitir. Bajo la influencia de la pintura de Gauguin y de la estampa japonesa, el pintor francés desarrolló un estilo propio, vivaz y verdaderamente original, que plasmó en distintos soportes, desde biombos y carteles hasta pinturas murales de gran tamaño.
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