Giacometti. Terrenos de juego
13.JUN.2013 ──────── 04.AGO.2013
Se acabó el juego, 1931-1932
Mármol, madera y bronce
National Gallery of Art, Washington, DC, donación de the Patsy R. and Raymond D. Nasher Collection, Dallas, Texas, en conmemoración del 50 aniversario de la National Gallery of Art
Esta muestra nos dio a conocer cómo concebía Giacometti la escultura y la relación que mostraban sus piezas en el espacio entre sí y con el propio artista. Un recorrido por la vida y la obra del escultor italiano que nos enseño cómo era el proceso mental y emocional del trabajo en su taller.
La exposición, coproducida por FUNDACIÓN MAPFRE y la HAMBURGER KUNSTHALLE de Hamburgo, reunió cerca de 190 piezas, entre esculturas, pinturas, dibujos, grabados y fotografías, procedentes de 32 prestigiosas colecciones internacionales públicas y privadas, entre las que destacan la Kunsthaus Zürich – Alberto Giacometti-Stiftung, la National Gallery de Washington, el MoMa de Nueva York, la Tate de Londres, la National Gallery of Scotland, de Edimburgo, el MNAM Centre Georges Pompidou, de París y la Hamburger Kunsthalle de Hamburgo, entre otros.
La exposición
La muestra ofrecía una visión completa del trabajo del artista italiano, comenzando con sus primeras esculturas, con gran influencia del arte tribal de África y Oceanía, continuaba con sus esculturas planas, que tanto entusiasmaron a los surrealistas.
A principio de los años 30, Giacometti desarrolló, dentro de su vinculación al surrealismo, esculturas horizontales concebidas como maquetas de lugares. Estas obras pioneras recuerdan, por su tamaño y su carácter, a tableros de juego, en los que el escultor “juega” tanto con la ubicación de los distintos elementos sobre una plancha que los une, como con los “movimientos de esos elementos relacionados entre sí”, tal como él mismo decía. En estas obras, el artista desarrolló, como en una maqueta, su concepto de ‘escultura como lugar’, como un terreno de juego entre el arte, la vida y la muerte.
Partiendo de estas primeras investigaciones, la muestra exploró las creaciones visionarias del artista italiano para plazas monumentales, en las que el espectador queda incluido como una ficha más del juego.
La exposición también nos permitió redescubrir sus famosas esculturas agrupadas de posguerra, donde se confrontan sobre una misma plancha de bronce diferentes espacios y tiempos. De forma paralela, la muestra nos invitaba a entrar en el taller de Giacometti, una especie de terreno de juego de 18 metros cuadrados que el artista convirtió en un campo de experimentación para escenificar espacialmente sus obras.
La muestra finalizaba guiándonos hasta el gran legado artístico de Giacometti, el mundialmente célebre grupo de figuras de tres metros de altura, que diseñó para la explanada del Chase Manhattan Plaza de Nueva York, y entre los que destacan El hombre que camina y la Gran Mujer. La exposición se convertía así en un tablero de juego para el propio espectador.
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