Entre dos siglos. España 1900

14.OCT.2008           25.ENE.2009

Riqueza y diversidad creativa en el arte español de finales del siglo XIX y principios del siglo XX

Joaquín Sorolla
Niños en la playa, Valencia, 1916 
Colección particular

Exposición

 

14.OCT.2008         25.ENE.2009

La exposición propuso una visión panorámica de las muchas tendencias y posibilidades plásticas que confluyeron en un momento histórico crucial: el paso del siglo XIX al XX, así como su evolución natural hacia los lenguajes de la vanguardia, marcando las líneas para una visión menos fracturada del arte español moderno y contemporáneo.

La muestra Entre dos siglos. España 1900 reunió un total de 89 obras de los artistas más significativos del panorama español de fin de siglo, desde Sorolla hasta el primer Miró, destacando, entre otros, a Zuloaga, Romero de Torres, Regoyos, AngladaCamarasa, Mir, Casas, Rusiñol, Nonell, Sunyer, Arteta, Togores y, por supuesto, Picasso.

Para esta exposición se contó con la generosa colaboración de los más prestigiosos museos y colecciones españolas e internacionales, como el Musée d’Orsay, el Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba, el Museu Nacional d’Art de Catalunya, el Museo de Bellas Artes de Bilbao, el Museu Picasso de Barcelona y el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, entre otros

La exposición

Entre dos siglos. España 1900 supuso la culminación del programa de exposiciones con el que Fundación MAPFRE fue realizando una revisión y puesta al día de los principales artistas y tendencias del arte español de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, en colaboración, la mayoría de las veces, con algunos de los más importantes museos del país.

En la muestra se reunieron 89 obras relevantes de los artistas más fundamentales, cubriendo un espacio temporal que amplía en unos años el estricto momento del cambio de siglo.

En este contexto, entendido como encrucijada de tendencias culturales y movimientos artísticos, se incluyó la obra de artistas como Anglada Camarasa, Brull, Casas, Mir, Rusiñol, Nonell, Modest Urgell, Julio González o el joven Picasso, que definió el ambiente de la Barcelona de 1900, en el que se superponían modernismo, simbolismo y postimpresionismo; Torres García, que aludía a un incipiente clasicismo noucentista; el joven Sunyer, que acusó el impacto de la pintura nabi en su estancia parisina; Zuloaga y Solana, máximos representantes de la imagen pictórica de la España Negra; pero también su contrapartida, Sorolla, creador de la imagen plástica de una España Blanca, festiva y alegre, que se desplegaba a la luz del Mediterráneo y alcanzó un enorme éxito internacional; Julio Romero de Torres o Viladrich, que propuso una imagen entre castiza e inquietante de personajes entre la literatura y la realidad; Darío de Regoyos, emblema de la conexión con el postimpresionismo internacional; Echevarría, Iturrino o Arteta, representantes de la penetración de los lenguajes de vanguardia internacionales en la pintura vasca; así como unos jovencísimos Miró y Dalí, que experimentaron con los lenguajes de la modernidad mucho antes de encontrar su ruta hacia el surrealismo.

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