CATÁLOGO DE COLECCIONES
Joven palmera se enmarca en el ámbito de un conjunto de acuarelas sobre motivos naturales que Paul Klee realizó en 1929. En ella estructura elementos formales que había investigado desde 1914 con aspectos originales que caracterizarán sus obras de estos años. Entre los primeros, el damero que configura el centro del motivo y es eje de la composición, extendiéndose en las prolongaciones de la planta, convertida de esta manera en una suntuosa flor. Entre los segundos, la composición del espacio en fragmentos que combinan los diversos elementos cromáticos, marcando simultáneamente tanto la diferencia entre unos y otros como su continuidad.
La composición formal se sirve, además, de otros recursos que no pueden ser ignorados, propios del artista. Cabe hablar del eco cromático, próximo al sonoro, musical, de las diferentes partes de la acuarela: los rosados de la parte superior de la palmera y su tronco, los leves amarillos de la planta y del espacio en el que se encuentra, los violetas y azules, a veces degradados. La imagen reúne sencillez y belleza. Nunca una planta fue tan artificial y, a la vez, tan natural. Este es, quizá, el rasgo que marca de manera definitiva el arte de Klee: su capacidad para «inventar» una naturaleza verosímil, sin ocultar —sino más bien haciéndolos explícitos— los recursos de los que se sirve para lograrlo.
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