Cuestionando nuestro lugar como espectadores, una niña descalza mira directamente al objetivo de la cámara mientas se apoya tiernamente en una nevera de Pepsi, el popular refresco norteamericano que en la década de 1970 ya había llegado a todos los rincones del mundo. La publicidad, la propaganda o las imágenes de culto coexisten y dialogan en las fotos de Paolo Gasparini, cargadas unas veces de dramatismo y otras de sentido del humor; también en ocasiones en la frontera entre ambos. 

Entre 1970 y 1972, Gasparini recorrió toda América Latina con la misión de fotografiar para la Unesco las más interesantes edificaciones precolombinas, coloniales y modernas. En sus paseos por Lima, La Paz o Quito llevaba tres cámaras: una de medio formato con la que retratar la arquitectura, respondiendo a ese encargo, y dos de 35 milímetros para captar la cara B de aquel viaje. Las imágenes que tomó en paralelo compondrían el volumen Para verte mejor, América Latina, publicado en 1972, con texto de Edmundo Desnoes y diseño de Umberto Peña, y considerado por Martin Parr y Gerry Badger uno de los mejores fotolibros del siglo xx. Entre lemas incendiaros de inspiración socialista, nos encontramos con el universo simbólico de un continente que se debatía entre dos modelos políticos, y en el que los líderes tienen el mismo protagonismo que los ciudadanos anónimos.