© Pablo Picasso. Sucesión Pablo Picasso. VEGAP, Madrid, 2022
CATÁLOGO DE COLECCIONES
A partir de 1929-1930, cuando ya había realizado las ilustraciones para La obra maestra desconocida de Honoré de Balzac y para las Metamorfosis de Ovidio, Pablo Picasso multiplicó y aceleró su dedicación al grabado. Es posible que viera en este lenguaje un medio adecuado para camuflar sus vivencias, puesto que una plancha grabada es difícil de interpretar para un profano.
A finales de 1934 parece ser que un accidente en la ejecución de un aguafuerte le obligó a hacer surgir en la plancha un rostro de Rembrandt. A partir de este momento, el pintor holandés se convirtió en un nuevo alter ego.
Como consecuencia de la lectura y del estudio de la pintura y de los grabados de Rembrandt, Picasso adoptó uno de sus procedimientos: las figuras, en lugar de tratarlas mediante el claroscuro, emergen de las tinieblas. La aparición de puntos o zonas luminosas las vuelve reconocibles.
Otras obras del autor
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Aguafuerte sobre papel verjurado de Montval