Manuel Viola (Zaragoza, 1916 - San Lorenzo de El Escorial, Madrid, 1987) empezó su carrera como poeta ligado a los círculos surrealistas de Barcelona, donde realizó también algunos collages al estilo de Max Ernst. Su compromiso social le llevó a convertirse durante la Guerra Civil en comisario político de Brigada, ligado al Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM).

Se exilió en Francia, se alistó en la Legión Extranjera y formó parte de la Resistencia. También participó en el mercado clandestino de obras de arte. Inició su andadura pictórica en Normandía, poco antes de terminar la Segunda Guerra Mundial. Ya en París, alcanzo el éxito en el Salon des Surindépendants, con obras de carácter figurativo y fuerte colorido, cercanas al expresionismo de De Kooning.

Regresó a España en 1949. En esta nueva etapa, su pintura se caracteriza por la impronta informalista, con fuertes contrastes de luces y sombras: la veta brava. En 1958 se incorporó al grupo El Paso, con un estilo que le proporcionó fama a nivel internacional: un expresionismo abstracto, muy matérico, basado en el claroscuro. A finales de los años sesenta y en los setenta, en paralelo a la pintura, realizó murales cerámicos y escenografías.