© Luis Fernández. VEGAP, Madrid, 2022
CATÁLOGO DE COLECCIONES
1936 fue un año crucial en la trayectoria de Luis Fernández. Participó en una exposición de dibujos surrealistas en la Galerie Quatre Chemins de París, y Alfred H. Barr y Georges Hugnet lo incluyeron en una exposición mítica, Fantastic Art, Dada, Surrealism, que se presentó en el MoMA de Nueva York en diciembre de ese año y supuso la consagración internacional y la entrada del surrealismo en el museo. Lo fantástico se presentaba como una corriente que recorría la historia del arte desde el siglo xv y no solo como una manifestación del arte de vanguardia.
La obra de Luis Fernández, fuertemente influida por las ideas de Sigmund Freud, no es ajena a esa visión histórica. En esta Composición surrealista desarrolla un mundo personal y hermético que se ofrece al espectador como un enigma. El globo con forma de testículo del ángulo superior izquierdo remite a Œil-ballon (1878), de Odilon Redon, cuya obra, junto a la de artistas como Salvator Rosa o Alfred Kubin, se considera antecedente del surrealismo. Este dibujo transmite una sensación de sexualidad mórbida, de monstruosidad y pecado, con la figura de una bruja o una hechicera que levanta los brazos hacia el cielo y una mujer con los miembros deformados, desencajada y doliente.