Lee Friedlander irrumpe en la escena fotográfica norteamericana de los años sesenta construyendo una obra vanguardista y audaz. En aquellos primeros años, el autor ejercía el oficio de fotógrafo realizando encargos para revistas y álbumes de jazz, y, al mismo tiempo, iba sumando a su archivo imágenes más personales. Con algunas de ellas construyó el trabajo The Little Screens, una serie publicada por primera vez en la revista Harper's Bazaar en 1963. Según Walker Evans, que escribió un breve texto para la publicación, las fotografías eran «fenomenales poemitas de odio, hábiles y agudos».

A partir de un lenguaje fotográfico realista y alejado de juicios morales y sentimentalismos, la serie pone el punto de mira en las pantallas de televisión que Friedlander había encontrado en diferentes estancias y habitaciones de motel repartidas por todo el país. El fotógrafo retrató cómo diferentes iconos de la cultura popular, figuras políticas o celebridades menores del momento se habían colado, a través de estos aparatos, en los hogares norteamericanos. Con ironía, Friedlander recogió los cambios que se estaban produciendo en la sociedad, dando testimonio de lo que, más tarde, sería el medio dominante de la cultura de masas del siglo xx.