Nacido en el seno de una familia de artesanos del hierro forjado, Julio González (Barcelona, 1876 - Arcueil, Francia, 1942) dio sus primeros pasos en el taller familiar. Tras una visita al Museo del Prado en 1897, decidió hacerse pintor. En Barcelona entró en contacto con el grupo de artistas de Els Quatre Gats. En 1899 viajó a París, donde se instaló al año siguiente. En 1904 conoció a Pablo Picasso y se unió a su grupo, formado por Maurice Raynal, Max Jacob, Pablo Gargallo, Paco Durrio y Manolo Hugué. En 1910 realizó sus primeras máscaras de metal repujado, bajo la influencia del arte africano. Durante la Segunda Guerra Mundial estudió la soldadura autógena en los talleres Renault: el ensamblaje de fragmentos y planchas metálicas le permitía obtener formas volumétricas y convertir el espacio en un elemento constructivo.

Entre 1928 y 1932, la colaboración entre González y Picasso resultó fundamental para la evolución temática y técnica de ambos artistas. Juntos trabajaron en la realización de esculturas como el monumento a Apollinaire. En 1937, González participó en el pabellón de España en la Exposición Internacional de París con La Monserrat, una obra emblemática que representa el dolor y la angustia ante la guerra.