© Joaquín Torres-García. VEGAP, Madrid, 2022
CATÁLOGO DE COLECCIONES
En 1934, Joaquín Torres García regresó con su familia a Uruguay, donde a partir de 1938 reformuló el universalismo constructivo que había desarrollado en París entre 1928 y 1932. Junto al arte purista, riguroso y racional del grupo Cercle et Carré, creado en 1930 junto a Michel Seuphor, integró el simbolismo, la metafísica y algunos elementos del mundo del subconsciente. Esta propuesta se enriqueció, en Uruguay, con símbolos del substrato cultural prehispánico.
Arte constructivo destaca por su estricta ortogonalidad y bidimensionalidad. Las líneas verticales y horizontales crean celdas que contienen signos. El artista genera un lenguaje gráfico que no debe interpretarse como un mero vocabulario, sino como un conjunto de entidades plásticas que reclaman la actividad imaginativa del espectador.
Trazado a pluma y tinta sobre una base de lápiz, presenta un sombreado a base de líneas horizontales que sugieren dos planos. La presencia del sol, el pez y el jarrón, la escalera y las ondas expresa los planos intelectual, espiritual y físico, cuya conjunción hace posible al ser humano, su existencia en el cosmos y su relación con la tierra.