La obra de Joaquin Sunyer es, sin duda, una de las más representativas de la estética del noucentisme o novecentismo. Este movimiento, promocionado por Eugenio d’Ors (Xènius) desde 1906 en el diario La Veu de Catalunya, venía a dar una formulación catalana al anhelo de compatibilizar modernidad y clasicismo mediterráneo que puede constatarse también en otros lugares de Europa, tanto antes como después de la Primera Guerra Mundial, y que encuentra en el Novecento italiano un gran paralelismo.

El dibujo que nos ocupa presenta una imagen esencial, sublimada, casi mitologizada de la realidad rural catalana, en la que se integran el desnudo femenino y el paisaje con un talante festivo al que, sin duda, contribuye el alto número de figuras presentes en la composición y su actitud despreocupada. Su colorido, así como la forma de componer las figuras, muestra también la proximidad de Sunyer a la obra de otros artistas de su generación, como Daniel Vázquez Díaz, que, al igual que él, realizan una personal y moderada síntesis de las tendencias de la modernidad francesa.