Joan Sandalinas (Barcelona, 1903-1991) afirmaba que sus maestros «habían sido Cézanne, Picasso, Chirico y las calles de Barcelona». Se formó en el mundo de los ateneos obreros, tradicional en su ciudad natal en los primeros años del siglo xx, y en El Cercle Artístic de Sant Lluc, donde también estudió Joan Miró.

En sus dibujos de los años veinte, retrató figuras y escenas populares: obreros con gorra, con un gesto absorto, el ocio de padres e hijos junto al mar. En sus lienzos interpretó, con ingenuidad entusiasta, distintas tendencias: cubismo, purismo y constructivismo. El arte románico fue otra influencia determinante. En 1928, el crítico Sebastià Gasch lo presentó como un artista «intenso, bárbaro, en las antípodas del buen gusto degenerado en boga».

Alejado del ambiente artístico oficial, con escasas apariciones públicas, Sandalinas realizó su obra desde la marginalidad y la soledad. En 1948 participó en el I Salón de Octubre con dos pinturas abstractas que llamaron la atención de la crítica por su potencia y atrevimiento. A partir de este momento, su obra aparece en estudios sobre la escuela pictórica de Barcelona y se presenta en exposiciones colectivas de arte de vanguardia, aunque no llegó a exponer individualmente hasta 1985.