En su recorrido furtivo por las calles de los barrios populares del centro de la ciudad, equipado con una Leica que lleva escondida en la mano y que suele disparar por debajo de la cintura, sin mirar por el visor, Joan Colom se encuentra con todo tipo de personas y situaciones, e, inevitablemente, con la prostitución.

Sus fotografías inciden en los contrapuntos que la presencia del cuerpo de la prostituta genera en la calle, pero, sobre todo, en la fuerza de atracción que ejerce sobre las miradas en la realidad circundante. Evocación de la intimidad en el espacio público y desafío al orden moral que el régimen impone, estas imágenes de Colom complementan su visión sobre la vida en un barrio que se define por su marginalidad y su resistencia.

En 1964, la editorial Lumen publica el libro Izas, rabizas y colipoterras, con textos de Camilo José Cela y una selección de fotografías de Colom. El éxito del volumen tuvo como consecuencia, sin embargo, el abandono de la fotografía por parte de Colom a raíz de la denuncia de una de las mujeres que aparecen retratadas. La reflexión sobre los modos en que la fotografía se apropia y representa la realidad apartó al fotógrafo de la práctica del medio hasta la década de los noventa.