CATÁLOGO DE COLECCIONES
«A cada época, su arte; a cada arte, su libertad», podía y puede aún hoy leerse bajo la cúpula dorada del Pabellón de la Secesión en Viena, construido por Joseph Maria Olbrich y promovido por un grupo de más de cuarenta artistas plásticos que, liderados por Gustav Klimt, pretendieron, en 1897, separarse de la tradicional y conservadora Academia Imperial de Artes Plásticas de Viena. Klimt fue una de las figuras esenciales en la disolución de lo que se ha dado en llamar «fin de siglo», en su refinamiento, en su esteticismo, en una exquisitez llevada al extremo, propia de una época de decadencia. Pintor de temáticas como la vida, el amor y la muerte, el artista adopta la figura de la mujer como uno de sus principales motivos de interés. Desde su representación de Judith i en 1901, casi ninguna de las mujeres pintadas por el artista parece librarse del eco de esta majestuosa figura.
Seated Lady with Hat mantiene deudas con aquella. Sin olvidar el carácter espontáneo y expresivo propio del dibujo, la parte superior de la modelo, profusamente marcada con el crayón azul, observa desafiante y ensimismada desde una postura que, a pesar de indicarse como sentada, más bien se encuentra suspendida en el vacío. El centro de atención se resuelve con la boca subrayada en rojo, que se convierte en el foco sensual del dibujo y, junto con las cejas, que enmarcan unos ojos semicerrados, añade una considerable vitalidad y fuerza a esta figura femenina que recuerda a una diosa laica, a medio camino entre una peligrosa Lilith y una dulce Eva.
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