La serie Naturata recoge las fotografías que Graciela Iturbide realiza de los trabajos previos a la apertura del Jardín Botánico de Oaxaca. Se trata de un jardín de plantas exóticas del que la fotógrafa muestra el proceso de aclimatación de las diferentes especies al nuevo hábitat. Las páginas de Naturata ofrecen un imaginario del jardín contrario al de la tradición occidental. No es aquí el lugar agradable que invita a la ensoñación entre murmullos de agua y sombras danzantes. El jardín que muestra Iturbide es duro y seco, hay aristas y pinchos, zanjas que separan y abren la tierra; lejos de ser un espacio cerrado, se nos presenta como indefinido, inconcluso. No se muestra una dulce armonía vegetal, sino aquello que parece habitado por un sordo dolor. Son imágenes ricas en texturas, en tensiones, como esas cuerdas que amarran la planta para sostenerla, y que parecen prefigurar el corsé de Frida Kahlo que retratará años más tarde.

El título de la serie proviene de la expresión natura naturata, que en la escolástica y, posteriormente, en la obra de Spinoza refiere al conjunto de lo creado. La contención, el rigor formal de las imágenes que componen este trabajo parecen apuntar a la violencia siempre implícita en todo intento de asir la naturaleza, de apresarla para admirarla y conocerla mejor. Pero, sobre todo, la obra apunta a esa violencia que, análoga, habita en el proceso de creación y en sus intentos de capturar la realidad.