El trabajo de Garry Winogrand como fotoperiodista duró un breve período. El autor no confiaba en el medio fotográfico como instrumento para narrar historias; según afirmaba él mismo, exploraba el lenguaje realista de la fotografía para averiguar qué aspecto tendría algo al ser fotografiado. El influyente libro The Americans, de Robert Frank (publicado en 1959 en su edición norteamericana), le ayudó a comprender cómo podía transgredir la tradición periodística. La rapidez y agilidad que proporcionaba la cámara Leica, a la que se aferró la generación de fotógrafos de calle de Nueva York, fue también fundamental para cambiar el rumbo de la estética fotográfica.

Durante los años sesenta, Winogrand empezó a desarrollar diferentes estrategias para retratar la vida en las calles de esta ciudad y, poco tiempo después, ya se había posicionado como uno de los fotógrafos más influyentes del momento. Reflejó la vida norteamericana con ironía y ambigüedad, como se observa en esta fotografía realizada en 1970 en las calles de Nueva York. La imagen, protagonizada por cuatro señoras caminando y conversando, está dominada por una serie de diagonales que generan tensión compositiva, un recurso que utiliza a menudo y que se asocia a las pinceladas utilizadas en el expresionismo abstracto norteamericano.