Anna Malagrida se trasladó a París en el año 2000, época en la que comienza Interiores. Esta serie incluye dos partes: la primera reúne una serie de retratos de amigos y familiares de la artista fotografiados en interiores; la segunda está compuesta por una colección de fotografías del exterior de un edificio cuyas ventanas dejan ver la vida cotidiana de las personas que viven en los diferentes apartamentos. Aunque el conjunto de retratos están realizados bajo el consentimiento y la complicidad de las personas fotografiadas, las dos partes que componen la obra reflexionan sobre la intrusión en el espacio privado.

Los retratos son escenas cuidadosamente construidas donde los protagonistas están iluminados, al igual que sucede en Telespectadores (1999-2000), por la fuente de luz de una pantalla de televisión u ordenador que genera un fuerte contraste. Este uso poético de la luz, las miradas perdidas de los personajes y la incomunicación entre ellos, como se observa en Sin título (Ari y Gino), subrayan la sensación de aislamiento y la paradoja que esconde el hogar como lugar de protección y, al mismo tiempo, de reclusión. Las ventanas, elementos clave de la serie, aparecen como un espacio de transición entre el exterior y el interior.