Todos fuimos Anna Attinga Frafra alguna vez
Luis Alberto de Cuenca
Paul Strand
Anna Attinga Frafra, Acra, Ghana, 1964
Colecciones Fundación MAPFRE
© Aperture Foundation Inc., Paul Strand Archive
Fue en 1964 cuando el gran Paul Strand anduvo por Accra, la capital de Ghana, en busca de la «fotografía pura», de la misma manera que nuestro Juan Ramón Jiménez no dejó de buscar su correlato, la «poesía pura», a lo largo de su existencia. Y no es casual ni ocioso que el poeta de Moguer salga a relucir en esta glosa al maravilloso retrato que hizo Strand a una guapa muchacha ghanesa, porque Juan Ramón, que era enamoradizo, se hubiese prendado de la chica de la fotografía nada más verla. Ghana estrenaba independencia por aquel entonces, con el mítico Kwame Nkrumah como líder indiscutible de ese país del golfo de Guinea, fronterizo con Costa de Marfil, Burkina Faso y Togo. En 1964 yo tenía trece años y me fascinaban los atlas geográficos e históricos. Que es lo mismo que declarar, alto y claro, que me moría por la Historia y por la Geografía. Pero ignoraba que una sola «fotografía pura» de Strand podía decirme mucho más de un país que cien mapas del mismo juntos.
La chica ghanesa de Strand, que aparece en la foto de cintura para arriba, lleva tres libros en la cabeza. No es difícil encontrar muestras del perfecto equilibrio con que las nativas africanas pueden llevar cualquier cosa en la cabeza sin que se caiga al suelo. Pero atención: no es un cántaro o similar lo que la joven porta en la cabeza, sino tres libros, símbolo de la plena incorporación al universo de la cultura de una población que pugnaba por homologarse con sus contemporáneos de otras latitudes. Conviene recordar, sin embargo, que esa homologación no tenía nada de humillante. En África surgió la humanidad y todos tuvimos la tez oscura hasta que las migraciones desde África al resto del mundo produjeron los cambios que originaron las razas actuales. En África nacimos, y ese rasgo ancestral no es difícil de corroborar si uno viaja por el continente africano con ojos bien abiertos y sin prejuicios de ninguna clase.
Todos fuimos, pues, Anna Attinga Frafra alguna vez. Aunque no podamos llevar en la cabeza esos tres libros que Anna lleva en la suya con la seguridad tribal, el desparpajo, la prístina inocencia y la elegancia primeval que la caracteriza. Ah, y he sido capaz de leer parcialmente lo escrito en el lomo del volumen que está encima de los otros: A Year of Life. Me pregunto de qué trataría ese libro.