Cultura en movimiento
Nuestras exposiciones, los artistas, descubrimientos… y más
Un espacio desde el que volver a nuestras exposiciones de la mano de lo que destacados protagonistas de nuestra vida cultural (artistas, fotógrafos, críticos, historiadores del arte y la fotografía, comisarios, escritores, etc.) nos aportan con sus reflexiones en torno a algunas de las obras que forman parte de nuestras exposiciones.
Un espacio que es también un índice (al fin y al cabo, una sucesión de indicios) con el que, desde esas propuestas, acercarnos a otras obras, a otros artistas y experiencias con las que enriquecernos.
74 exposiciones
Paul Strand
Anna Attinga Frafra, Acra, Ghana, 1964
Colecciones Fundación MAPFRE
© Aperture Foundation Inc., Paul Strand Archive
Todos fuimos Anna Attinga Frafra alguna vez
La chica ghanesa que Strand inmortalizó con su cámara, que aparece en la foto de cintura para arriba, lleva tres libros en la cabeza. Su pose no es una muestra del perfecto equilibrio con que las nativas africanas pueden llevar cualquier cosa en la cabeza, sino un símbolo de la plena incorporación al universo de la cultura de una población que pugnaba por homologarse con sus contemporáneos de otras latitudes, con orgullo, con elegancia. A través del retrato de Anna Attinga Frafra, Luis Alberto de Cuenca, poeta, filólogo, ensayista y traductor, viaja a los inicios de la humanidad.
Paul Strand
Wall Street, Nueva York, 1915
Colecciones Fundación MAPFRE
© Aperture Foundation Inc., Paul Strand Archive
El silencio del dinero
Catorce años antes del crack de la Bolsa y de que el mundo se precipitara hacia la Gran Depresión, Paul Strand realizó la que sería una de sus imágenes fotográficas más emblemáticas y una referencia en la historia de la fotografía urbana. La fotografía Wall Street contiene un silencio espeso, una atmósfera tensa que hoy, vista en perspectiva, parece anticipar la catástrofe. La escritora Amalia Iglesias Serna percibe en ella la diferencia entre la humanidad que camina y las arquitecturas de proporciones faraónicas, en cuyo interior se encuentra el templo de los dioses del dinero.
Bill Brandt
Vitrina de sombrerería en Bond Street, 1934
Private collection, Courtesy Bill Brandt Archive and Edwynn Houk Gallery
© Bill Brandt / Bill Brandt Archive Ltd
El detalle que (no se) puede alquilar
Un muestrario de sombreros de alquiler en el que sobra un sombrero, si tenemos un mínimo de respeto a las armonías «pitagóricas». Un bombín desbarata la simetría e incluso tiene algo de «entrometido» como si fuera la proyección del plebeyo que también está en este sitio de más. La iluminación es protagonista estableciendo la jerarquía precisa. Fernando Castro Flórez, escritor, encuentra en esta imagen de Bill Brandt una inconsciente justicia poética.
Bill Brandt
Top Withens, West Riding, Yorkshire, 1945
Private collection, Courtesy Bill Brandt Archive and Edwynn Houk Gallery
© Bill Brandt / Bill Brandt Archive Ltd
Despertar sensaciones dormidas
La escritora Chantal Maillard, con su vejez en las manos y esta fotografía de Bill Brandt ante sus ojos, vuelve a sentirse una niña que corre a contraviento por las dunas. La imagen despierta su memoria sonora y su memoria táctil. Las sensaciones se activan; el aguanieve sobre el rostro, los olores, el frio. Una fotografía tomada en Yorkshire, en el año 1945, traza puentes sinópticos entre lo percibido ahora y lo vivido hace más de cincuenta años.
Bill Brandt
Estación de metro de Elephant and Castle, 1940
Private collection, Courtesy Bill Brandt Archive and Edwynn Houk Gallery
© Bill Brandt / Bill Brandt Archive Ltd
Duermen profundamente
Dentro, debajo de la tierra, están durmiendo. La cámara de Bill Brandt vela su sueño como una madre cariñosa. Una bóveda los protege de los bombardeos. Las pesadillas quedaron en la superficie. La escritora Ana Rossetti nos acompaña, a partir del momento de tregua que Paul Strand inmortalizo en esta imagen, a un Madrid en guerra en el que un sotano se convierte en un refugio en el que no pasa nada malo y la enemistad queda en la superficie.
Lee Friedlander
Maria, Las Vegas, Nevada, 1970
© Lee Friedlander, cortesía de Fraenkel Gallery, San Francisco
La intimidad es un arte
Lee Friedlander es un fotógrafo poético; sus imágenes están cargadas de bromas y rimas. Su trabajo es íntimo y a la vez consciente, lleno de requiebros, es un reflejo del leve descuadre de la vida. De la mano del escritor y editor Daniel Gascón nos adentramos en la emoción de la cotidianidad de Friedlander. Un escena íntima en la que el retrato de María, su mujer, se une con el del fotógrafo, la sombra sobre el cuerpo: en cierto modo un abrazo. Friedlander hizo fotografías a su mujer y a su familia durante más de sesenta años, atrapando «una atmósfera de inevitabilidad informal».
Lee Friedlander
Albuquerque, New Mexico, 1972
© Lee Friedlander, courtesy Fraenkel Gallery, San Francisco
Una terrible metáfora de la modernidad
Todo es susceptible de ser vivido, estudiado, regulado y ordenado como paisaje. En este encuadre de Lee Friedlander, perfecto para Josefina Gómez Mendoza, geógrafa y autora de este artículo, todo es espacio para circular y para habitar, pero está vacío. Dominan los semáforos apagados, los coches aparcados, un perro sentado. Es una imagen cargada de sentido, una terrible metáfora de la modernidad, todo banal, todo construido, todo amueblado para que no haya nadie. Una terrible metáfora, también, de la actualidad.
El fin del mundo es azul
Este momento de incertidumbre que estamos viviendo lleva a Luna de Miguel a preguntarse que quedará de nosotros cuando ya no estemos. Y su respuesta es contundente: las grietas azules de Carlos Pérez Siquier.. Como muestra del paso del tiempo y de la vida, el fotógrafo almeriense ha recopilado durante décadas las grietas de los muros como si fueran cachos de piel. Grietas que son el símbolo de barrios humildes, de casas humildes, la humildad en el color resquebrajado, lo modesto de un azul de óxido, como una inevitable invitación al fin del mundo. Porque si el mundo se acaba, ¿qué quedará de nosotros más allá de una pared destintada?
Guiños de pasado y presente
El fotógrafo captura un momento decisivo, único e irrepetible. Dos realidades juegan paralelas: lo que la cámara capta y lo que el espejo refleja: la realidad detrás del fotógrafo. Desde la imagen ocho ojos te miran, y el fotógrafo son tus ojos al encuadrar el precioso retablo, donde inmortaliza la procesión del grupo sobrellevando el peso del escaparate de roble, cuerpos arqueados con la cruz a cuestas. Para Edda Armas la videncia del fotógrafo no consiste en «ver» sino en haberse encontrado allí, tal y como afirmaba Barthes. Son «tiempos de silencio» en una España de postguerra de régimen dictatorial, y el joven fotógrafo, cámara en mano, queda seducido por la luz, el paisaje y la humildad de la gente de La Chanca, en su Almería natal.
Redes sociales