Una tensión bien afinada
José Manuel Mouriño
Jorge Ribalta
#587. Calle Cadena con Sant Josep Oriol , 7 de abril de 2000
Copia en color tipo C
Cortesía del artista
Cada imagen es fruto del campo de fuerzas entre las que se encuentra emboscada y que ella misma debe contener. Hablamos de «fuerzas» en la medida en que el entramado expresivo de la imagen, llamémoslo así, tiene por objetivo tensarla en favor de interpretaciones posibles. Esa tensión, bien es verdad, no puede ser un valor objetivo. Tanto en grado como en forma, varía de una imagen a otra. Lo fundamental es que estas fuerzas sean capaces de arrancarle a la imagen una tensión propicia, bien afinada; que la empujen hacia su perfecto extremo vibrante. Como cuerda de lira y de arco a un tiempo, que dirían Octavio Paz o Pascal Quignard.
Así reposa esta imagen de Jorge Ribalta. Es un extremo vibrante. En ella vemos los muros de dos inmuebles aparentemente abandonados. Figura un punto de fuga, pero cegado en parte. La puerta de metal está cerrada y el mensaje del letrero, incompleto. Tampoco son del todo visibles las principales fuerzas que aquí templan la imagen. Son instrumentos de visibilidad, en mayor medida: el enfoque empleado y una luz casi escenográfica; ambos actuando como desfiladeros para la mirada. La fuente de luz dominante desciende desde la parte superior derecha de la imagen como un telón caído a plomo. Encaja en el puzle a la manera de un plano geométrico casi paralelo al muro en el que se halla la puerta. Lamiendo la jamba izquierda de esta puerta, el telón de luz muere. Sobre este mismo eje vertical desemboca un barrido de nitidez. Es análogo al otro plano de visibilidad, al de la luz, pero trazando ahora una diagonal de enfoque desde el margen inferior izquierdo de la fotografía. La bruma resultante se reparte, entonces, entre un reducidísimo primer plano y la mínima profundidad de campo que permite el ángulo de encuadre adoptado. Esto fuerza lo que se conoce como efecto diorama, un trampantojo que juega con la escala estimada de los objetos observados. El efecto diorama comprime en esta imagen el tamaño del lugar real fotografiado hasta hacerlo pasar por una maqueta. De ahí que la puerta parezca estar sumergida en el interior de una bola de cristal.
Sobre la confluencia de estos dos vectores de visibilidad se tensa el simbolismo (ya de por sí atávico) de una puerta cerrada. Toda interpretación posible roza aquí esa membrana. Léase, por ejemplo: «el lugar fotografiado ya no existe…».
José Manuel Mouriño es cineasta, ensayista, investigador.