Asociación Altamar
Cómo salir mentalmente de las fronteras de la exclusión y la delincuencia
Proyecto vigente
Peque es pedagoga y desde joven fue voluntaria en proyectos educativos. Llegó a Málaga por amor, a una ciudad en la que no conocía a nadie y Altamar fue la llave que le abrió sus puertas. Hoy no sólo dirige este centro, sino que es amiga y compañera de muchas familias que han pasado por aquí durante estos años.
Si tuviéramos que resumir qué es Altamar, diríamos que es un centro que puso en marcha un grupo de mujeres en 2005 y en el que, hasta hoy, han ofrecido apoyo y educación integral a casi 100 niños, además de asistir las necesidades de sus familias en riesgo de exclusión.
“Los chicos llegan dispuestos a recibir apoyo, una comida y mucho cariño”
En Altamar se ofrece apoyo escolar individualizado a 44 niños en riesgo de exclusión social.
©Leafhopper Project
María y sus hijos son beneficiarios del proyecto.
El paso por Altamar ha supuesto un avance tremendo para sus cuatro hijos (de 16, 14, 7 y 5 años) y para ella misma.
En la segunda planta de la Guardería San Pablo, en un edificio de la fundación Santa María de La Paz, donde funciona Altamar, por las tardes de lunes a jueves los chicos llegan dispuestos a recibir apoyo, una comida y mucho cariño. Actualmente se atiende a un total de 44 niños, entre 5 y 16 años, que pertenecen a unas 25 familias.
Gracias a un nuevo amor y al apoyo de Altamar, María y sus hijos han salido adelante.
©Leafhopper Project
Victoria, Peque para los amigos, es la directora de Altamar desde 2005. Y vuestra superheroína.
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Las tardes en Altamar son sencillas y se dividen en 3 tiempos. Merienda, estudio y talleres.
©Leafhopper Project
Ezequiel está muy orgulloso. En un examen ha sacado un 6,5 que para él es como un 10.
©Leafhopper Project
Muchas de las familias que se atienden en Altamar tiene uno o varios miembros en prisión o en situación de drogodependencia. Por eso, el proyecto es tan importante para que muchos niños salgan mentalmente de las fronteras de la exclusión y la delincuencia. Para darles atención hay cinco monitoras contratadas y muchos voluntarios. Gente que hace cosas sencillas. Todos son parte de un engranaje. “Y todos”, asegura Peque, “salen con brillo en los ojos…, y con dolores de cabeza. Aquí hay mucha intensidad y mucho gelocatil”.
Conoce más a fondo la historia de María, de su hija Ainoa, de Yolanda que les enseña a cocinar, y de Ezequiel, que ha sacado buenas notas. Ellos nos cuentan su realidad y sus esfuerzos por mejorarla.
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