Bottom Line se asocia con estudiantes sin recursos de EE.UU.
La organización acompaña a estos jóvenes desde que acceden a la universidad hasta su graduación
Proyecto vigente
66% mujeres, 34% hombres, en su mayoría personas de color (37 % negras, 26 % hispanas y 26 % asiáticas), todas ellas pertenecientes a clases sociales con muy pocos recursos y muchas inmigrantes de primera o segunda generación en Estados Unidos. Estos son los estudiantes asociados a Bottom Line, una organización que trabaja en distintos estados de EE.UU. para conseguir que, en los extractos sociales más desfavorecidos, haya una primera generación de jóvenes bien formados que puedan acceder a trabajos de calidad y se conviertan en un ejemplo para romper con el círculo de la pobreza para las siguientes generaciones.Se trata de estudiantes con mucho talento y toda la capacidad para terminar sus estudios universitarios y crear un efecto dominó de gran alcance, que empiece por el poder transformador de su titulación, que siga por el desarrollo de una carrera profesional exitosa y consiga transformar a individuos, familias y comunidades enteras.
Los problemas que un estudiante sin recursos encuentra para graduarse no son solo económicos. La falta de adaptación académica y social también provoca que muchos jóvenes abandonen sus estudios antes de poder conseguir una titulación que les abra las puertas de un empleo.
Botton Line les ofrece su apoyo con los procesos de solicitud de plaza y de ayuda financiera y organiza programas de transición cada verano en los que se enseña a los estudiantes desde cómo leer un plan de estudios universitario hasta cómo es la vida en un campus universitario. El objetivo es que los jóvenes adquieran los conocimientos suficientes para enfrentarse a la vida universitaria y estén listos para aprender.
Otra clave en su enfoque es proporcionar a cada estudiante un asesor dedicado y capacitado, Sucess Adviser, que le acompañe en el desarrollo de su camino único hacia la universidad. Estas relaciones con los estudiantes se construyen con especial mimo desde que estos comienzan su tercer o último año en la escuela secundaria. Y la relación no acaba cuando los estudiantes consiguen graduarse; se establecen lazos y conexiones tan potentes, que, en muchas ocasiones, la comunicación continúa más allá de la etapa universitaria. Y, en algunas ocasiones, la relación personal trasciende a la profesional.
Además, para facilitar el acceso al empleo, Bottom Line ayuda a los estudiantes a definir sus intereses y conocer las tendencias de mercado de trabajo, para enfocar la mejor manera de incorporarse al mundo laboral.
Gracias al apoyo de Fundación MAPFRE, en el curso 2022-2023 más de 310 estudiantes podrán acceder a la universidad. De ellos, el 70% conseguirá graduarse y labrarse un futuro lleno de oportunidades.