Muchacha de Nueva York

Técnica

Témpera sobre papel

Medidas

Papel: 28 × 23 cm
Marco: 58,5 x 50,9 x 4 cm

Inventario

FM000330

Descripción

Joaquín Torres García procedía de Uruguay, aunque su padre era catalán, y se había establecido con su familia primero en Mataró, en 1891, y al año siguiente en Barcelona. Allí inició estudios en la Escuela de Bellas Artes, donde coincidió con Isidro Nonell, Joaquín Mir, Canals y Sunyer. Entró en contacto entonces con el grupo modernista que se reunía en la taberna Els Quatre Gats, aunque su orientación artística derivará por otros caminos más ligados al Cercle Artístic de Sant Lluc, bajo cuya influencia transformó su elegante y ornamentado dibujo modernista en función de una nueva búsqueda de las formas puras e intemporales del clasicismo. Sus creaciones entonces fueron aplaudidas por Eugenio d’’Ors, que lo consideró uno de los más claros representantes del noucentisme que él mismo estaba promocionando en las artes plásticas.

Sin embargo, al clasicismo de Torres García sucedería en 1917 una crisis y una nueva etapa en la que el contacto con su compatriota Rafael Barradas daría como resultado la dinamización de sus propias composiciones, marcadas ahora por la atención a la modernidad, la descripción de la complejidad de la vida urbana y, en fin, por el eco del cubismo y el futurismo que Barradas estaba elaborando y llamaba «vibracionismo».

La fragmentación de planos y formas vibracionistas fueron adaptándose en la obra de Joaquín Torres-García a una mayor necesidad de estructura, según un proceso evolutivo que le llevaría a desarrollar una versión propia del constructivismo.

En 1920 Joaquín Torres García, su mujer e hijos abandonaron Barcelona rumbo a París, para embarcar el 5 de julio en Le Havre hacia Nueva York. Allí, el pintor descubre el paisaje industrial y la sugestión de los rasgos trepidantes de Manhattan, y rea­liza algunos óleos, dibujos sueltos y álbumes de acuarelas con estudios de trabajadores, paseantes, vehículos, calles y edificios.

De su estancia en Nueva York, que se prolongaría sólo hasta mediados de 1922, data precisamente esta hoja que representa una cabeza de mujer joven.

Como en los álbumes neoyorquinos, Torres García muestra un dibujo ágil y fluido basado en pinceladas sintéticas y certeras, herederas de la habilidad como dibujante e ilustrador que ya demostró en la Barcelona de principios de siglo. La modelo muestra aquí un perfil recto, casi griego, que se recorta nítidamente sobre el fondo de una aguada de tinta. Su contundencia clásica se ve atemperada por el rico colorido, el oscuro cabello ondulado y el estampado muy decorativo y, podríamos decir, muy «a la moda» del sombrero: una prenda que le confiere gracia y la caracteriza como una joven elegante, posiblemente en atuendo deportivo, perteneciente a la sociedad acomodada americana.

El dibujo guarda semejanzas con otros realizados entonces, así como con las láminas de los álbumes, composiciones descriptivas pero sencillas de colores luminosos que captan con trazo ágil la pulsación de la vida moderna. También puede rastrearse una conexión entre esta cabeza femenina de líneas puras y las representaciones clasicistas de su época noucentista, cuyos rasgos volverían a aparecer en la pintura de Torres-García durante un breve período de tiempo tras su salida de Nueva York y durante su estancia en Italia.

[Carmen Bernárdez Sanchís]