Constructivo con ferrocarril

Técnica

Tinta china y grafito sobre papel

Medidas

Papel: 20 x 18 cm
Marco: 52 x 70 x 4 cm

Inventario

FM000332

Descripción

En 1926, alentado por algunos amigos, Joaquín Torres García decide instalarse en París. Durante los seis años de su estancia en la capital francesa se integraría en el ámbito de la vanguardia internacional y desarrollaría su aportación más personal al arte y al pensamiento artístico del siglo XX, cifrada en el programa de un «universalismo constructivo», elaborando, entre 1928 y 1932, su particular versión del constructivismo pictórico. En 1930, año de realización de este dibujo, Torres García funda con Michel Seuphor el grupo de abstracción constructivista Cercle et Carré, aunque pronto se alejaría de él y de su discurso ortodoxo, establecido por figuras como Theo van Doesburg.

En sus cuadros de la etapa constructivista en torno a este año encontramos dos líneas diversas y dos géneros de obras. Por una parte, los «constructivos» más estrictos, que alojan, dentro de una retícula, el repertorio de pictogramas que el artista había concebido para forjar un lenguaje simbólico universal que permitiera una síntesis de figuración y abstracción. Pero, en otro grupo de cuadros y dibujos constructivos, advertimos un talante más marcadamente figurativo y escuchamos un eco, aunque sea lejano, de etapas anteriores de la trayectoria del artista: los ritmos sincopados de la vida de la ciudad que Torres García había plasmado a lo largo de los años veinte en sus pinturas centradas en la agitación de las calles y el puerto de Nueva York. A este grupo pertenece Constructivo con ferrocarril, que aparece como una síntesis de la vida urbana. Los elementos pictográficos se organizan en bandas superpuestas, al modo de las pinturas murales egipcias. Las distintas franjas dialogan entre sí como diversas «voces»; véase, por ejemplo, el contrapunto entre el ferrocarril que avanza hacia la izquierda y el carro tirado por caballos que marcha en sentido contrario.

Aunque la cuadrícula constructivista está presente, la organización de los elementos no puede reducirse a ella, sino que se somete más bien a una composición en escalera. Semejante composición escalonada —que puede ponerse en relación con el perfil de ziggurat y las líneas quebradas características del estilo decó— es una pauta mucho más dinámica que la cuadrícula mondrianesca. Por otra parte, hay que recordar que la escalera —de mano— era uno de los pictogramas que, en la producción de Torres García de esta época, simbolizaba el tránsito de un mundo a otro, el ascenso desde lo prosaico de la vida cotidiana hasta la esfera de un espíritu universal.

[Guillermo Solana]